Nuestra Señora del Buen Suceso, ¿Qué significa ese nombre?
¿Qué relación tiene con los días
actuales?
En sus Revelaciones hechas a la
Venerable Madre Mariana de Jesús Torres en la época colonial, la Santísima
Virgen si bien se presentaba constantemente bajo ese título, empero no dejó para el
conocimiento de los fieles una explicación sobre el porqué del llamarse “María
de El Buen Suceso”.
Al parecer quiso la Madre de Dios
que esa interesante incógnita sea motivo de consideraciones por parte de ciertas
almas, quienes, con un carisma especial, las transmitirían a los miles de devotos
de esta singular advocación en todo el mundo.
Precisamente, el Sr. Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, cogitó al respecto y sus explicitaciones
marcaron toda una senda por la que la difusión de la devoción a Nuestra Señora
de El Buen Suceso, primero, emergería de un silencio de más de trescientos años
para alcanzar luego, y en la actualidad, un apogeo realmente extraordinario.
Los comentarios hechos por el Sr. Dr. Plinio nos hablan de un futuro
prometedor: el triunfo del Inmaculado Corazón de María y el reinado de éste en los corazones de todos los hombres.
Como un
tributo a la Santísima Virgen de El Buen Suceso y por el día de su fiesta, compartimos con quienes se dignen leer estas líneas, algunos de esos comentarios hechos por el insigne líder católico.
¿Qué
es un suceso?
"Suceso
es el predicado de una acción que se realiza para determinado fin. Así, si una
persona da un concierto y el concierto sale muy bien ejecutado, habrá tenido un
suceso. ¿Por qué? Porque la finalidad del concierto es producir una música que
dé gloria a Dios, a la Santísima Virgen, y que agrade a los oyentes. Si la
música fue ordenada y bella, habrá agradado a Dios; si los oyentes aplaudieron,
los habrá agradado, por tanto habrá resultado en todo un suceso! El suceso va siempre unido a
la idea de una ardua acción con la que se logra conseguir su finalidad. No podemos
decir que alcanzó un suceso quien por ejemplo, puso agua en un vaso y se la
tomó. En este caso, la acción, es verdad, alcanzó su fin, pero no la podemos
considerar como un suceso, pues es una acción tan fácil, tan corriente, que el
fruto normal de esta acción hace parte de la rutina de la vida. Suceso, es por
tanto el éxito de algo que es arduo, y que por causa de eso deberá ser
especialmente colocado bajo la protección de la Santísima Virgen.
"Entonces,
en medio de los días en que vivimos, ¿Qué es un suceso? Es aquello, que en el
plano natural, es único por excelencia. Todo en el mundo de hoy camina para
acabar de destruir los últimos harapos que quedan de la civilización cristiana,
sus últimos destellos están siendo extinguidos implacablemente.
"Ora, ¿qué
debe desear un católico? Querrá la grandeza de la Iglesia Católica, deseará aquello que en el exorcismo, el Papa León XIII mandaba a rezar después
de la misa: “la exaltación de la Santa Madre Iglesia”; esto es, que la Iglesia
sea colocada en lo más alto, en la sublimidad de la gloria, del esplendor, de
la influencia, del poder que le es propio. Querrá por tanto la restauración
de la Civilización Cristiana.
"Que esta restauración sea un hecho resulta algo inverosímil en los días actuales. Por lo tanto, todo esfuerzo en pro de esa empresa es lo que caracteriza a un verdadero suceso. Es algo tan arduo, sumamente arduo, que los hombres no lo consiguen por sí mismos. No lo conseguirían en ninguna época, pues el hombre no consigue nada de sobrenatural sin el auxilio de la gracia, si no es él mismo un instrumento de la gracia. Pero no es apenas la economía común de la gracia, sino también la economía excepcionalísima de la gracia la que hace que los acontecimientos terrenales sean ordenados de tal modo que desde este último punto de abatimiento en que se encuentran la Santa Iglesia y la Civilización Cristiana, éstas vuelvan a reinar. Esto es algo sumamente arduo. Y no hay nada más arduo en el mundo de hoy de que eso acontezca.
"El hecho de que eso acontezca representa un suceso por excelencia. Representa un buen suceso.
"Que esta restauración sea un hecho resulta algo inverosímil en los días actuales. Por lo tanto, todo esfuerzo en pro de esa empresa es lo que caracteriza a un verdadero suceso. Es algo tan arduo, sumamente arduo, que los hombres no lo consiguen por sí mismos. No lo conseguirían en ninguna época, pues el hombre no consigue nada de sobrenatural sin el auxilio de la gracia, si no es él mismo un instrumento de la gracia. Pero no es apenas la economía común de la gracia, sino también la economía excepcionalísima de la gracia la que hace que los acontecimientos terrenales sean ordenados de tal modo que desde este último punto de abatimiento en que se encuentran la Santa Iglesia y la Civilización Cristiana, éstas vuelvan a reinar. Esto es algo sumamente arduo. Y no hay nada más arduo en el mundo de hoy de que eso acontezca.
"El hecho de que eso acontezca representa un suceso por excelencia. Representa un buen suceso.
"¿Pero porqué un "buen suceso"? La respuesta es: ¿Puede haber acaso un suceso más santo de que éste? ¿Puede haber un suceso que merezca mucho más que éste el nombre de "buen"? Se trata de la victoria de la Santísima Virgen sobre todos sus adversarios. Es la victoria de la Iglesia sobre todos aquellos que trabajan en contra de Ella. La Iglesia es, - de ella se puede decir, mutatis mutantis, lo que se dice de la Santísima Virgen - la Iglesia es a su modo como Nuestra Señora, una Rosa Mística, llena de hermosura y de perfume. Pues bien, el esplendor de la Iglesia tiene que ser mayor al de otrora. Por tanto, ¿podemos desear algo más bello de que esto? Evidentemente nada puede ser mejor de que esto. Es entonces un suceso en toda la fuerza del término, es un buen suceso en toda la fuerza del término.
"Viviendo delante de éste que es por excelencia el objetivo inverosímil, quiere decir, sin semejanza pero a la vez verdadero por lo arduo que representa, debemos poner toda nuestra confianza en Nuestra Señora de El Buen Suceso.
"Entonces, interpretándola bien, qué significa esta invocación? Es la representación de la Santísima Virgen en cuanto protectora de todos aquellos que luchan para ese fin, y aquella que por excelencia encamina dicha lucha hacia la victoria, pues es sólo Ella quien puede otorgar a los hombres tal victoria.
"Nuestra Señora de El Buen Suceso rogad por nosotros y alcanzad para los católicos ese buen suceso!". (Plinio Corréa de Oliveira).
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