La Consagración fue una verdadera gesta, tan importante, que de inmediato veinte naciones de Europa y de América, siguieron el ejemplo del Ecuador y se consagraron también al Corazón de Jesús, y el Papa León XIII, al iniciarse el siglo XX, proclamó solemnemente en Roma, la Consagración del mundo entero al Corazón de Jesús.
El Presidente Gabriel García Moreno había manifestado siempre una gran devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Pues bien, un amigo, conversando íntimamente con él, le dijo un día que en su cualidad de magistrado católico, debía interpretar la fe de su pueblo consagrando el Ecuador por un decreto oficial al Sagrado Corazón.
«Gracias a la piedad del hombre que rige sus destinos, —decía aquel amigo—, el Ecuador forma una honrosa excepción en medio de tantos pueblos que perecen de naturalismo; pero este hombre es mortal, un asesino puede clavarle un día el puñal, y entonces '¿quién sostendrá los derechos de Dios? ¿Quién le impedirá caer en las horribles fauces de la fiera? Déjanos bajo la protección del Corazón de Jesús; constitúyela fiesta nacional, y las salvas que saluden anualmente su aurora, ensordecerán los gritos de la impiedad»
El presidente respondió que su obligación era conservar el depósito de la fe en su país, aunque fuese con el precio de su propia vida; por consiguiente, que no retrocedería ante ninguna consideración para obtener ese resultado; pero, para ofrecer y consagrar el Ecuador al Dios de toda santidad ¿se había moralizado bastante el pueblo, purificado el hogar doméstico, restaurado la justicia, llevado la paz a las familias, la concordia a los ciudadanos y el fervor al templo? El Ecuador tiene fe; pero es preciso lanzar a todas partes, aun a los parajes más recónditos, cincuenta misioneros de ardiente celo, que conviertan a los pecadores y laven las almas en la sangre divina; entonces, añadió, presentaríamos al Sagrado Corazón una ofrenda menos indigna.
«La perfección, replicó el amigo interlocutor, se adquiere con el auxilio de la gracia, y Dios recompensaría con la de su predilección a un pueblo que diese al mundo testimonio tan solemne de su fe, en reparación de la apostasía general de los gobiernos».
García Moreno convino en ello con toda su alma; pero observó que antes de proceder a un acto de esta naturaleza, debía consultar a los Prelados y a las personas piadosas. «Soy un hijo de la Iglesia, y debo someterme á su divino magisterio; respeto también profundamente a las almas piadosas, cuyo juicio es tanto más seguro, cuanto más se aproximan a Dios en la oración».
El tercer Concilio de Quito coincidía con la reunión del congreso. El presidente manifestó a los obispos reunidos, el proyecto que había formado de consagrar el Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús, proyecto que los prelados acogieron con entusiasmo, y transformaron, a invitación de García Moreno, en decreto conciliar. Este decreto, dado el 13 de abril de 1873, dice «que el mayor bien de un pueblo es conservar intacta la fe católica; que este bien no depende de nuestros méritos, sino de la misericordia de Dios, y que la nación lo obtendrá si se arroja con humildad en el Corazón de Jesús. Por consecuencia, el Concilio de Quito ofrece y consagra solemnemente la República al Sagrado Corazón, suplicándole que sea su protector, su guía y su defensor, a fin de que nunca se separe de la fe católica, apostólica, romana, y que los habitantes del Ecuador, conformen su vida, con esta fe y en ella encuentren su felicidad en el tiempo y la eternidad».
García Moreno invitó a las cámaras a dar un decreto semejante, a fin de unir el Estado a la Iglesia en tan solemne acto. Este decreto de un parlamento en el siglo XIX, es harto curioso para que nos dispensemos de darle a conocer en su tenor:
«Considerando que el tercer concilio de Quito, por un decreto especial ha consagrado la República del Ecuador al Sacratísimo Corazón de Jesús y la ha puesto bajo su protección y salvaguardia; que pertenece al poder legislativo cooperar en nombre de la Nación con un acto tan conforme a los sentimientos eminentes del catolicismo, y que es también el medio más eficaz de conservar la fe y obtener el progreso y bienestar del Estado, decretan: la República del Ecuador está consagrada al Sacratísimo Corazón de Jesús que ha sido proclamado su Patrón y protector.
«Se declara fiesta nacional de primer a clase la del Santísimo Corazón de Jesús.
«Esta fiesta se celebrará en todas las Iglesias catedrales de la república por los prelados diocesanos con la mayor pompa posible. Se erigirá en todas las catedrales un altar dedicado al Corazón de Jesús, y con esta intención el gobierno excitará el celo y piedad de los Obispos.
«En el frontal de cada uno de los altares mencionados... se colocará a costa del Estado, una lápida de mármol sobre la cual se inscribirá el presente decreto».
Oración de la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús, rezada el 25 de marzo de 1874 |
Algún tiempo después, — el 25 de Marzo de 1874 — el mismo día y a la misma hora, en todas las iglesias de la República, tuvo lugar la solemne ceremonia.
La víspera por la noche se transformó la capital como por encanto. Las nubes que habían oscurecido el cielo durante el día, se disiparon súbitamente. En un instante, calles, casas, palacios, iglesias y monumentos públicos se cubren de luminarias, destacándose sobre el azul del cielo tachonado de estrellas: cincuenta mil hombres recorren las calles en todos sentidos, llenos de alegría y entusiasmo en medio de la ciudad resplandeciente. En la fachada de las casas se ostenta la imagen del Sagrado Corazón, cercada de flores, de candelabros y ricos pabellones y colgaduras. Globos aerostáticos con los colores nacionales se elevan en los aires, llevando también la efigie del Sagrado Corazón con estas inscripciones: ¡El Ecuador a su protector divino! — ¡Viva la república del Sagrado Corazón! Los oídos se regalan al eco de magníficos conciertos, coros de niños, músicas militares, cánticos mil alegres y devotos: los transeúntes maravillados se detienen a escuchar tan suaves armonías.
El pueblo del Sagrado Corazón preludiaba así las demostraciones del día siguiente. Al salir el sol, salvas de artillería despertaron la ciudad. Las calles fueron al punto invadidas por el gentío que acudía a recibir la comunión reparadora.
A las siete, la vasta nave de la iglesia metropolitana se llenaba de hombres de todas clases y categorías; magistrados, militares, profesores, abogados, estudiantes, labradores y artesanos que querían acercarse a la sagrada mesa para consolar el Corazón de Jesús.
En la catedral solamente, se distribuyeron mas de diez mil comuniones: un pueblo entero en el banquete eucarístico. Nos creeríamos transportados, no ya a la edad media, sino a los bellos siglos de la Iglesia primitiva.
Cuando en el momento solemne el órgano llenó el templo de piadosas melodías y el canto de millares de hombres subía al cielo, lágrimas, dulces lágrimas corrían de todos los ojos.
Unido a su Dios, el pueblo ecuatoriano, podía procederse al acto solemne de reparación pedido por el Arzobispo. Hacia la tarde, los Obispos o sus delegados, los demás miembros del clero secular y regular, el presidente de la república con todos sus ministros, los miembros del congreso, el tribunal de justicia, los jefes del ejército y la muchedumbre, tomaron su puesto en el templo.
El presidente, de impecable uniforme, se dirigió a la catedral acompañado de todas las autoridades civiles y militares.
Entonces, en nombre de las autoridades eclesiásticas y civiles, una voz dejó oír este acto sublime de fe nacional que cada uno repitió en su corazón. La voz de Mons. Checa y Barba retumbaba en el templo:
«Corazón adorable de Jesús, Rey de reyes y Señor de señores, por quien y para quien han sido criados todos los pueblos y naciones de la tierra, en acatamiento de vuestra amabilísima e infinita soberanía, postrados en vuestra divina presencia todos los poderes públicos de la Iglesia y del Estado, os ofrecemos y consagramos desde hoy para siempre la República del Ecuador, como cosa y posesión exclusiva vuestra.
«Dignaos tomar a este pueblo como vuestra herencia, reinad perpetuamente en él; acogedle bajo vuestra soberana protección; libradlo de todos sus enemigos; manifestad a todas las naciones que el Ecuador es vuestro; probad al mundo que es bienaventurado el pueblo que os elije por su Señor y su Dios, y haced brillar para siempre en nuestra República la Gloria de vuestro Santísimo nombre».
Basílica del Voto Nacional construida en representación de la Consagración del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús. En primer plano, estatua del Presidente mártir, Gabriel García Moreno |
Después de este pleito-homenaje del pueblo a su soberano, comenzó en medio de los sollozos de la concurrencia, el acto de expiación y de satisfacción por todas las ofensas de que el Ecuador había podido hacerse culpable hacia la Divina Majestad:
«Divino Corazón de Jesús, Creador del cielo y de la tierra, Rey universal de las naciones y Dueño absoluto de todas las cosas, Vos sois el Santo, Vos el Señor, Vos el Altísimo, Vos nuestro único Dios, ¡de quien emanan todo poder, autoridad y soberanía!
«Vos; ¡por quien reinan los reyes y dictan lo justo los legisladores!
«¡Alabado seáis por todos los pueblos y gentes; ensalzado por toda criatura en los siglos de los siglos! Gracias os damos, Señor, por todos vuestros beneficios, y principalmente, porque en los excesos de vuestra bondad, os habéis dignado elegir al Ecuador para vuestra herencia, le habéis defendido de sus enemigos y le habéis colmado de vuestros dones.
«Pero ¡ay! que en vez de corresponder con gratitud a tantas larguezas, hemos pecado, Señor, hemos obrado la iniquidad, hemos procedido impíamente, y nos hemos apartado de vuestros juicios y mandamientos.
«Pero no miréis, oh Dios piadosísimo, a nuestras iniquidades, sino sólo a vuestra misericordia: apartad de nosotros vuestra ira, ¡aléjense vuestros castigos de este pueblo!».
En aquel momento se entabló un diálogo tan conmovedor como sublime entre el pueblo y su intérprete. ¡Por todas nuestras iniquidades! exclamaba el representante de Dios. — ¡Perdón! decía la asamblea. — ¡Por los pecados de nuestros sacerdotes! — ¡Perdón! ¡Perdón! Y la voz continuó sin excusar a ninguna clase de la sociedad. — ¡Por las extravíos de nuestros legisladores, las culpas de nuestros magistrados, los delitos de los padres de familia, las maldades del pueblo, las impiedades y blasfemias, los perjurios y sacrilegios, la profanación de las cosas santas, las revoluciones y guerras fratricidas, los desacatos contra la autoridad eclesiástica, los atentados contra la autoridad civil, en una palabra, por todas las iniquidades! ¡Perdón! ¡Perdón! gritaba con lágrimas la asamblea entera.
Después que el Arzobispo hubo pronunciado el acta de consagración en nombre de la Iglesia, García Moreno repitió la fórmula en nombre del Estado.
Jamás los fieles habían asistido á un espectáculo más conmovedor, y se puede decir, tal vez, que jamás el Señor en lo alto de los cielos había contemplado nada más hermoso, desde los tiempos de Carlo Magno y San Luis. (Por todo esto, los malvados no escatimarían sus esfuerzos) en secularizar la república del Sagrado Corazón.
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CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS: SÍMBOLO DE UN GOBIERNO CRISTIANO INSPIRADO EN EL REINADO DE CRISTO
Bajo la impresión del entusiasmo excitado por esta gran demostración de la fe, algunos miembros del congreso concibieron la idea de elevar en la capital un templo al Sagrado Corazón, a fin de dejar a la posteridad un recuerdo más monumental que una lápida de mármol. Otros fueron de contrarío parecer, alegando razones de economía y el peligro de eclipsar demasiado por estas magnificencias al culto a Nuestra Señora de las Mercedes, patrona de la república.
Se llevó la cuestión al tribunal de García Moreno, quien se pronunció como siempre, por el proyecto favorable al honor de Jesucristo.
«¿Con que quiere V. E. destituir a Nuestra Señora de las Mercedes?» le dijo uno de sus ministros.
— «¿Se imagina Usted que tenga celos de su Hijo?», replicó el presidente.
Sin embargo, el congreso se hizo atrás en la erección de un templo al Sagrado Corazón. Fue menester diez años de nuevas luchas y de nuevas victorias, para que otro congreso, por voto unánime, se decidiese a glorificar la idea de García Moreno.
Algunos días después de este acto público de expiación y penitencia, la fiesta del Sagrado Corazón reunía una vez mas a los representantes de la Iglesia y el Estado, felices, por renovar antes que se cerrase el congreso eucarístico, la consagración solemne de 1873.
GABRIEL GARCÍA MORENO, MÁRTIR DE LA FE Y MODELO DE ESTADISTA CATÓLICO
Esta es la profecía que más me impacta de la Virgen María. ¡Increíble! ¡Tal cual la profetizó, se cumplió!
ResponderEliminarQue belleza de historia! Que bendición poder saber detalles de este gran suceso! Mil gracias, Juan! Dios lo bendiga
ResponderEliminarEs muy doloroso ver cómo nuestra historia ha sido escrita principalmente por alfaristas y masones
Salve María !
ResponderEliminarFenomenal el video con voz del Sr. Ureta.
Muchas gracias
Hermoso mensaje
ResponderEliminarMuchas gracias por recordarnos esta fecha
ResponderEliminarGabriel García Moreno desde el cielo interceda por nosotros.
Gracias, excelente relato ya lo reenvío
ResponderEliminarLe cuento que estuve compartiendo sobre nuestro Presi Mártir en el grupo de Ing. Agron., al que pertenezco y salieron los liberales a decir que estaba equivocada y justo les hablé de la gesta de la Consagración, mucha gente como no es espiritual desconoce esto.
ResponderEliminarSolo saben la parte mala de García Moreno y les dije que los liberales se encargaron de que se sepa solo eso .Todos tenemos un antes y un después de la Conversión.
Excelente. Es muy bueno eso pues nadie tira piedras a un fruto podrido.
EliminarAsí es. Hay que Anunciar y Denunciar, sin miedo.
EliminarEs el mejor tiempo para defender nuestros ideales y nuestra fe.
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ResponderEliminarMuchísimas gracias, Sr Juan. Tengo admiración por la egregia figura de Don Gabriel García Moreno. Pediré muchas gracias a él en este día. Salve María!
ResponderEliminarCiertamente me ayudará Aquélla que es Omnipotencia Suplicante, sobre todo si el valedor ante Ella es el dintinguido estadista ecuatoriano
Gracias señor Cornejo muy interesante no tenía conocimiento solo algo sencillo sabía. Buenas noches
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