"Cuando estemos en medio de la aridez, sin tener, por así decir, qué decirle a Nuestro Señor en la comunión, en esos instantes sería de mucho provecho coger, incluso al azar, cualquiera de las invocaciones de esta letanía y rezarla y meditar en ella. Ciertamente la comunión será de ese modo, fuente de verdaderas gracias."
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es, por excelencia, la fiesta del amor de Dios.
Esta devoción también practicada por Plínio Corrêa de Oliveira, se remonta a su más tierna infancia. Él mismo contaba que, aún antes de pronunciar las palabras papá y mamá, su piadosa madre —Doña Lucilia— le enseñó a que cuando le preguntasen dónde estaba Jesús, apuntase hacia una piadosa imagen del Sagrado Corazón que se encuentra en un pequeño oratorio de su cuarto.
Una breve reseña
Las primeras letanías del Sagrado Corazón de las que se tiene noticia fueron publicadas por el Padre Gaspar Druzbicki (1590-1662), jesuita polaco, en un breve opúsculo titulado Meta cordium cor Jesu et sanctissima Trinitas, y otras escritas por San Juan Eudes (1601-1680), incluidas en un librito de oraciones publicado en 1668.
La devoción al Sagrado Corazón experimentó una considerable extensión tras las apariciones del Señor a Santa Margarita María de Alacoque (1647-1690). En ese clima devoto, y especialmente en los Monasterios de la Visitación, surgieron varias letanías dirigidas al Corazón de Jesús, algunas de las cuales aparecieron impresas en pequeños devocionarios: el llamado Livret de Molins, de 1687, preparado por la Madre de Soudeilles, superiora de la Visitación de Moulins. Luego, el Livret de Dijon escrito en 1686 por Sor Jolý, de la Visitación, y el libro La devoción al Sagrado Corazón de Jesús publicado en Lyon en 1691 por el Padre Jean Croiset. Además, el Manuel de l'Adoration perpétuelle du Sacre-Coeur, escrito en 1718 por Anne-Madeleine Rémusat, del monasterio de la Visitación de Marsella, y en el que entre otras oraciones incluye unas letanías basadas en las anteriores versiones; y que se extendieron a través de la Association de l'Adoration perpétuelle du Sacré-Cœur de Notre-Seigneur Jésus-Christ, por ella fundada por ella misma con el aliento del obispo de Marsella, Henri de Belsunce. Estas letanías fueron conocidas como las Letanías de Marsella.
En 1720, con motivo de la peste que asoló a Marsella, se utilizaron las letanías del Sagrado Corazón para pedir el fin de aquella epidemia, y el obispo las «hizo recitar o cantar en la primera fiesta del Sagrado Corazón que él acababa de instituir para su diócesis, el 20 de junio de 1721, en todas las iglesias y capillas de la diócesis»
La recitación pública de estas letanías fue permitida, por Decreto del 27 de junio de 1898, para las diócesis de Marsella y Autun, y en la Orden de la Visitación; posteriormente, por Decreto del 12 de noviembre de ese mismo año, se aprobó su uso en la diócesis de Annecy y en la Compañía de Jesús. Finalmente fueron aprobadas para su uso en toda la Iglesia mediante el Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos el 2 de abril de 1899. Poco después el mismo papa León XIII, en su encíclica Annum Sacrum, pedía que como preparación de la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús de todo el género humano que se realizaría el 11 de junio de 1900, los dos días anteriores y el mismo día 11, en la iglesia principal de cada ciudad y pueblo, se realicen unas preces que concluirían con las Letanías al Sagrado Corazón.
Las letanías del Sagrado Corazón de Jesús aprobadas por el Papa toman como base las Letanías de Marsella que contienen 27 invocaciones, 17 de ellas proceden del Padre Croiset, 5 del Livret de Dijon, una del libro del Padre Froment y 4 más de las compuestas en Aurillac. Sobre esta versión, se añadieron 7 invocaciones más tomadas del libro del Padre Croiset. Resultaron así unas letanías con 33 invocaciones como recuerdo de los 33 años de la vida del Señor.
Algunas invocaciones de las Letanías del Sagrado Corazón de Jesús comentadas por Plínio Corrêa de Oliveira
Tenemos en primer lugar, esa bellísima invocación: Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre. Creemos que para los que son devotos de Nuestra Señora, esta invocación tiene un gran significado que merece ser comentado.
Consideremos al Corazón de Jesús, que es —en su realidad material y carnal— el objeto de nuestro culto como símbolo de la voluntad de Nuestro Señor y, por lo tanto, del amor de Nuestro Señor; el Corazón de Jesús fue formado en el seno Inmaculado de Nuestra Señora con toda la materia necesaria que la madre otorga para la formación del cuerpo del hijo, y por tanto, la carne santísima, unida a la divinidad en la unión hipostática de Nuestro Señor Jesucristo, es la propia carne de María; la Sangre de Jesús es la propia sangre de María; el Corazón de Jesús es de algún modo el Corazón de María.
Es un proceso de generación tan admirable, por el cual la madre como que se desdobla y da todo de sí misma para constituir el cuerpo del hijo; recordemos que Jesús fue formado de esa forma en el cuerpo de María, en un incendio de amor y de adoración para con ese Hijo que Ella estaba formando en sus entrañas, y entonces comprenderemos aún más cómo el Corazón de Jesús está unido al Corazón Inmaculado de María y cómo podemos tener una confianza sin reserva en la eficacia de la intercesión de Nuestra Señora junto a Nuestro Señor, tomando en consideración que Él no podría rehusar nada a aquella Madre Santísima, perfectísima, de la cual no sólo no tiene ninguna queja, sino más bien, tiene el más superlativo y total contentamiento que un Creador puede tener en relación a su criatura, y más aún, de la cual sabe que su propia carne es la carne de Nuestra Señora y que su propio Corazón es el Corazón de Nuestra Señora, por así decir.
Otra lindísima invocación es: Corazón de Jesús, de majestad infinita.
San Agustín dice lo siguiente: “Donde está la humildad, ahí está la majestad” (ubi himilitas, ibi maiestas – Sermón 14), es decir que ambas cosas son inseparables.
De ahí concluimos que el Corazón de Jesús, que es un abismo de humildad, es por eso mismo un firmamento de majestad. Me gustaría ser un artista y poder representar la figura de Nuestro Señor para intentar expresar exactamente no sólo la majestad, ni sólo la humildad, sino a Nuestro Señor en una de esas representaciones que la gente ve en un solo golpe de vista, aquello que la majestad tiene de común con la humildad, o aquello que la humildad tiene de común con la majestad, y que es aquella esfera superior de virtud donde esas dos virtudes particulares como que se encuentran y se funden en una sola.
El “Beau Dieu d’Amiens”
Recuerdo la imagen del “Beau Die d’Amiens”, que es tan expresivo en ese sentido. Es una imagen que no tiene el Corazón de Jesús, pero es la imagen de Nuestro Señor Jesucristo tallada en piedra en el portal de la catedral de Amiens, y que siempre me dio mucho esa impresión: un rey dignísimo, un doctor nobilísimo, pero al mismo tiempo tan sereno, tan manso, tan completamente señor de sí que se percibe que Él sería capaz de recibir la peor injuria y conservarse enteramente quieto, enteramente sereno, sin tener ninguna reacción de amor propio, desde el momento en que la virtud así lo exija.
Tengo la impresión de que esa imagen del “Beau Dieu d’Amiens” es una de las que mejor demuestran esa unión de la suprema majestad con la suprema humildad.
Nosotros, que nos apreciamos de ser hijos de la Contra Revolución, tomando en consideración que la Revolución caricaturiza la humildad y silencia la majestad, deberíamos pedir al Corazón de Jesús que conceda al corazón de cada uno, aquella forma elevada y nobilísima de majestad, que debe tener todo contra revolucionario, y que trae en sí misma el sentido de la realeza, el sentido del orden perfecto, del honor, de la jerarquía y de lo que es majestuoso, incluso cuando sé es el más humilde de los hombres.
No puedo dejar de recordar aquí aquella figura extraordinaria de la beata Ana María Taigi (1769-1837) que era una sencilla cocinera en Roma, que no quería pasar como reina, pero que tenía de tal manera la figura de la majestad que era imposible pasar cerca de ella sin que alguien no se sintiese intimidado.
O recordar a Santa Teresita del Niño Jesús, que era tan majestuosa sin ser pretensiosa, con una tal afabilidad tal que su padre la llamaba siempre de “mi pequeña reina”.
Le Beau Dieu (el bello Dios), erigido en el año 1230 y situado en el parteluz de la portada occidental de la Catedral de Amiens, Francia |
Otra invocación: Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad.
Sabemos que el Corazón de Jesús es un horno ardiente de amor de Dios, porque la caridad es propiamente el amor a Dios. Y el hecho de ser Él un horno ardiente – es decir, no sólo es un horno, que ya de por sí trae consigo la idea de ardor, sino más bien, es un horno ardientísimo, lo que exprime bien la idea de que Él es la raíz de todo el amor a Dios, y que la devoción al Corazón de Jesús por medio del Corazón Inmaculado de María es específicamente esplendida para quien se lamenta de ser tibio y de estar arrastrándose lentamente en la vida espiritual. Esta invocación contagia el fuego del horno ardiente de caridad.
De manera tal que, si queremos alcanzar para nosotros o para los demás, el verdadero amor de Dios, rezar esta invocación —Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad— constantemente, es una de las devociones más indicadas y más excelentes.
El hombre vale en la medida de su capacidad de sufrir
Me parece también muy importante para nuestra época, la invocación Corazón de Jesús, paciente y misericordioso. ¿Qué quiere decir propiamente ser paciente? Paciente es aquel que sufre; es el Corazón de Jesús sufridor y misericordioso. Porque es sufridor, es capaz de sufrir también las injurias que le hacemos.
El término paciente tiene también un segundo sentido: el Corazón de Jesús está dispuesto a sufrir, amando el sufrimiento, y comprendiendo que el sufrimiento es la gran ley de la vida y que una existencia sin sufrimiento no vale absolutamente nada.
Porque, en último análisis, vistas las cosas desde un cierto ángulo, la vida del hombre vale en la medida en que sufre y ama el sufrimiento que padece. Entonces ahí tenemos al Corazón de Jesús paciente.
Una de las expresiones más típicas de la capacidad de sufrir es el espíritu de iniciativa, por donde el hombre vence la pereza, vence la molicie, vence el tedio, vence el amor de sí mismo y se lanza al trabajo, se lanza a la lucha y se lanza hasta lo más intenso y ardoroso de la lucha, si fuere necesario, renunciando a dejarla inmediatamente si el interés de la Iglesia lo conduce en el sentido opuesto.
Aquí está la forma superior de paciencia que es ese espíritu de iniciativa y de combatividad por donde el hombre renuncia a todas sus perezas, a todos sus relajamientos y es esto lo que debemos pedir al Corazón de Jesús, paciente y misericordioso.
Misericordioso quiere decir quien tiene pena: es un corolario del segundo sentido de la palabra paciencia. Por eso mi insistencia, no sin con la enorme dificultad de convencer a las almas de mi tan querida generación nueva de la misericordia de Dios, que perdona una vez, perdona dos veces, perdona dos mil veces y sólo no quiere que se desanime del perdón.
Entonces, para que tengamos confianza en el perdón de Nuestro Señor, por la intercesión del Corazón Inmaculado de María, aquí está una invocación magnifica: Corazón de Jesús, paciente y misericordioso. Paciente con mis defectos, con mis pecados; misericordioso con relación a mis lagunas, por el Corazón Inmaculado de María, teniendo pena de nosotros. Es una excelente invocación hasta para recitar durante el día, para no perder la confianza en Nuestro Señor Jesucristo.
Un método para hacer una excelente acción de gracias luego de la Comunión
Hay otra invocación:
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados.
A veces sucede que nos sentimos fundamentalmente indignos, y esto hasta las almas más puras y más altas pueden sentirlo. Y comprendemos que delante de la justicia infinita de Dios, no somos absolutamente nada. Pero tenemos esta invocación, que significa una tranquilidad para nosotros. El Sagrado Corazón de Jesús es una propiciación por nuestros pecados.
¿Qué significa propiciación? Yo no valgo nada al igual que los sacrificios que hago. Pero hay una víctima que vale todo, porque es una víctima sin mancha, sin defecto, es una víctima unida por la unión hipostática a la propia divinidad, y esa víctima es Nuestro Señor Jesucristo, que se ofreció por mí. De tal manera que todo aquello que yo temo no conseguir, está víctima lo consigue.
Esa víctima cargó con mis pecados y sufrió por ellos. Y por causa de eso considero mis pecados con una vergüenza, con una contrición —por lo menos con una atrición— pero en todo caso con una inmensa confianza, porque Alguien murió por mí, Alguien derramó por mí todas las gotas de su Sangre.
Tengo la confianza puesta no en mí, sino en esta Sangre infinitamente preciosa, que por mí fue derramada.
Una última invocación: Corazón de Jesús, fuente de toda consolación.
La palabra consolación tiene también dos sentidos: 1) ella corresponde al fortalecimiento de la confianza; 2) en otro sentido, ella significa alegría, suavidad y unción del divino Espíritu Santo en el alma. En ambos sentidos el Sagrado Corazón de Jesús es fuente de toda consolación. Nuestra fuerza viene de Él. Y cuando nos sentimos débiles, tibios, desorientados, sobre todo cuando tenemos delante nuestro algún gran acto de generosidad que estamos llamados a cumplir, pero que no tenemos el coraje de concretarlo, no debemos actuar “olímpicamente”: no debemos imaginar que sólo lo conseguiremos por nuestros propios medios. ¡No! El Corazón de Jesús es la fuente de toda la fuerza; por medio del Corazón Inmaculado de María, que es el canal único y necesario para llegar a Él, debemos dirigirnos al Corazón de Jesús, y pedirle fuerzas. No seré frustrado en mi pedido y, en determinado momento, tendré la fuerza necesaria para hacer inclusive las cosas más arduas y difíciles con relación a la vida espiritual.
Ahí están algunas consideraciones que nos pueden servir para el momento de la Sagrada Comunión.
Cómo sería excelente, en el momento de ir a comulgar, por ejemplo, tener a la mano las letanías del Sagrado Corazón de Jesús, y escoger cada día —incluso al azar— una de las invocaciones, y comulgar tomando en consideración que se está recibiendo en el alma la presencia real, física, verdadera y vida de aquel Corazón del cual se está meditando y que es, fuente de toda fortaleza.
Y entonces, en la comunión, meditar así, por ejemplo:
"Señor, Tú eres la fuente de toda fortaleza, y yo quisiera tener mil veces más fuerza de la que tengo para servirte mejor. Sé que esta fuente de fortaleza está presente dentro de mí; sé que esta fuente de fortaleza eres Tú. Dame fuerzas contra tus enemigos externos y contra las tendencias malas que hay en mí y que son tus enemigas también. Ten compasión de mí, te lo pido por medio del Corazón Inmaculado de María".
Plínio Corrêa de Oliveira
LETANÍAS
DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS (EN LATÍN)
Kyrie, eléison.
Kyrie, eléison.
Christe, eléison.
Christe, eléison.
Kyrie, eléison.
Kyrie, eléison.
Christe, audi nos.
Christe, audi nos.
Christe, exáudi nos.
Christe, exáudi nos.
Pater de caelis, Deus, miserére nobis.
Fili, Redémptor mundi, Deus, miserére nobis.
Spiritus Sancte Deus,miserére nobis.
Sancta Trinitas, unus Deus, miserére nobis.
— Cor Jesu, Filii Patris aeterni, miserére nobis.
— Cor Jesu, in sinu Vírginis Matris a Spíritu Sancto formátum, miserére nobis
— Cor Jesu, Verbo Dei substantiáliter unítum, miserére nobis.
— Cor Jesu, majestatátis infinitae, miserére nobis.
— Cor Jesu, Templum Dei sanctum, miserére nobis.
— Cor Jesu, Tabernáculum Altíssimi, miserére nobis.
— Cor Jesu, domus Dei et porta coeli, miserére nobis.
— Cor Jesu, fornax ardens caritátis, miserére nobis.
— Cor Jesu, justítiae et amóris receptáculum, miserére nobis.
— Cor Jesu, bonitáte et amóre plenum, miserére nobis.
— Cor Jesu, virtutum ómnium abyssus, miserere nobis.
— Cor Jesu, omni laude digníssimun, miserére nobis.
— Cor Jesu, rex et centrum ómnium córdium, miserére nobis.
— Cor Jesu, in quo sunt omnes thresáuri sapiéntiae et scióntiae, miserére nobis.
— Cor Jesu, in quo hábitat omnis plenitúdo divinitatis, miserére nobis.
— Cor Jesu, in quo Pater sibi bene complácuit, miserére nobis.
— Cor Jesu, de cujus plenitúdine omnes nos accépimus, miserére nobis.
— Cor Jesu, desidérium cóllium aeternórum, miserére nobis.
— Cor Jesu, pátiens el multae misericórdiae, miserére nobis.
— Cor Jesu, dives in omnes qui ínvocant Te, miserére nobis.
— Cor Jesu, fons vitae et sanctitátis, miserére nobis.
— Cor Jesu, propitiátio pro peccátis nostris, miserére nobis.
— Cor Jesu, saturátum oppróbriis, miserére nobis.
— Cor Jesu, attrítum propter scélera nostra, miserére nobis.
— Cor Jesu, usque ad mortem obédiens factum, miserére nobis.
— Cor Jesu, láncea perforátum, miserére nobis.
— Cor Jesu, fons totíus consolatiónis, miserére nobis.
— Cor Jesu, vita et resurréctio nostra, miserére nobis.
— Cor Jesu, pax et reconciliátio nostra, miserére nobis.
— Cor Jesu, víctima peccatórum, miserére nobis.
— Cor Jesu, salus in Te sperántium, miserére nobis.
— Cor Jesu, spes in Te moriéntium, miserére nobis.
— Cor Jesu, delíciae sanctórum ómnium, miserére nobis
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, Parce nobis Dómine.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, Exáudi nos Dómine.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, Miserére nobis.
V. Jesu, mitis et húmilis corde.
R. Fac cor nostrum secúndum cor tuum.
Oremus.
Omnípotens sempitérne Deus, réspice in Cor dilectíssimi Filii tui, et in laudes et satisfactiónes, quas in nómine peccatórum tibi persólvit, iísque misericórdiam tuam peténtibus tu véniam concéde placátus, in nómine ejúsdem Fílii tui Jesu Christi: Qui tecum vivit et regnat in sáecula saeculórum.
R. Amen
LETANÍAS
DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Señor, ten piedad de nosotros,
Oh Dios todopoderoso y eterno, mira el Corazón de tu amantísimo Hijo, las alabanzas y satisfacciones que en nombre de los pecadores te ofrece, y concede el perdón a éstos que piden misericordia en el nombre de tu mismo Hijo, Jesucristo, el cual vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén-
Señor ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros,
Cristo ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Señor ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos,
Cristo, óyenos,
Cristo, escúchanos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, de infinita majestad, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, templo santo de Dios, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, digno de toda alabanza, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, deseado de los eternos collados, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, generoso para todos los que te invocan, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, colmado de oprobios, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, víctima por los pecadores, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, esperanza de los que en tí mueren, ten piedad de nosotros.
— Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Jesús, manso y humilde de Corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo.
Oración
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