Iniciativa Apostólica
El Inmaculado Corazón de María triunfará





         En 1854, con la Bula Ineffabilis Deus, el gran Papa Pío IX definía como dogma la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora. En 1858, del 11 de Febrero al 16 de Julio, la Santísima Virgen aparecía 18 veces en Lourdes a una hija del pueblo, Bernardette Soubirous, declarando ser Ella la Inmaculada Concepción. A partir de entonces se inician los milagros. Y la gran maravilla de Lourdes comenzó a brillar a los ojos del todo el mundo, hasta nuestros días. El milagro confirmando el dogma: he ahí, en resumen, una perfecta relación entre el acontecimiento de 1854 y el de 1858.


La gruta de Lourdes

       Con la definición del dogma de la Inmaculada Concepción se daría el primero de los grandes reveses sufridos por la Revolución anticristiana. En efecto, nació de ahí un inmenso manantial de piedad mariana, que se viene expandiendo cada vez más. Para probar que todo nos viene por María, quiso la Providencia que fuese marial ese primer gran triunfo.

         El nuevo dogma chocaba a fondo el espíritu esencialmente igualitario de la Revolución, que a partir de 1789 reinaba despóticamente en Occidente. Que una simple criatura fuera de tal manera elevada sobre todas las otras, por un privilegio inestimable concedido desde el primer instante de su ser, es cosa que no podía ni puede dejar de doler a los hijos de la Revolución, que proclamaban la igualdad absoluta entre los hombres como el principio de todo orden y de toda justicia.

Es imposible pensar en la Virgen Inmaculada sin recordar al mismo tiempo la serpiente cuya cabeza Ella aplastó triunfal y definitivamente con el talón. El espíritu revolucionario es el propio espíritu del demonio, y sería imposible para una persona de fe no reconocer la parte que el demonio tiene en el surgimiento y en la propagación de los errores de la Revolución, desde la catástrofe religiosa del siglo XVI hasta la catástrofe política del siglo XVIII y todo cuanto a ésta siguió.

María, la enemiga más terrible de Lucifer

Pues bien, ver así afirmado el triunfo de su máxima, de su invariable, de su inflexible enemiga, significa para el poder de las tinieblas la más horrible de las humillaciones y el motivo para su constante predisposición para, ante su imposibilidad de derrotarla, al menos atacarla cuanto le sea posible.

     Esa predisposición ha aumentado con el paso de los siglos. A partir del protestantismo la humanidad no ha hecho sino empeorar, entretanto, la devoción a la Santísima  Virgen no ha hecho otra cosa sino crecer prodigiosamente.

     Por tanto, la lucha entre la Virgen y el demonio se ha vuelto más aguda, los hijos de la Virgen se dan más a Ella, y los del demonio se dan más a él. ¿Y cuál es la explicación de este doble hecho? Es de un lado, el odio satánico y creciente cada vez más contra la Iglesia, y del otro lado, la devoción a Nuestra Señora, que progresa inmensamente.


El Ecuador, escenario de encarnada lucha entre la Virgen y el demonio

     Plinio Corrêa de Oliveira consideraba al Ecuador como  "El Relicario de América Latina" y "El Sagrario del Mundo", en él, los milagros, las apariciones de Nuestra Señora, los Santuarios, las Procesiones, son innumerables.


Santuario y Procesión de Nuestra Señora de El Cisne. Loja, Ecuador 

Rosario de la Aurora del año 2016. Nuestra Señora de El Buen Suceso sale a la calle por segunda vez en sus 408 años de historia

El Dr. Plinio usaba frecuentemente estos apelativos en función de la vocación sobrenatural del Ecuador, y el demonio emprende en este país una guerra abierta contra la Santísima Virgen, disputándole terreno palmo a palmo. Por dicha razón, cuando hay gran infestación demoníaca, más vale recurrir a María Inmaculada y ponerse con confianza en sus manos, porque sólo Ella puede conjurar el embate preternatural. 


Los testigos del Milagro de la Dolorosa.
 Quito, 1906.

     Fue exactamente lo que pasó con las Madres Fundadoras del Monasterio de  la Inmaculada Concepción en un episodio realmente extraordinario acontecido durante el viaje que emprendían desde su España natal hacia la ciudad de Quito durante la época colonial. La figura central de la Virgen concebida sin pecado, en los acontecimientos, el odio furibundo del infierno y su furia lanzada contra los hijos de la Virgen, tan dignamente  representados ahí por la Venerable Madre Mariana de Jesús Torres y las beneméritas fundadoras, la lucha entre la Virgen y el demonio y el triunfo final de Nuestra Señora de El Buen Suceso como Reina de las Victorias son la nota especial en este hecho que narramos a continuación:

Guiadas por un grande ideal

     Traspasada la mitad del siglo XVI,  por tanto después de la primera revolución inspirada por Lutero, parte desde Cádiz el grupo de vírgenes escogidas por el propio Rey Felipe II, con el propósito de fundar el primer convento en honor de la Inmaculada Concepción en América del Sur.

     Tal gesta  tendría un significado sin precedentes pues la existencia de dicho convento, conforme los designios divinos,  duraría hasta el fin de los tiempos.

Una tormenta sobreviene en el mar

     Ya en altamar, les sobrevino una terrible tempestad sin precedentes que amenazaba hundir la frágil embarcación. La claridad del día de repente obscureció, transformándose de repente en la más funesta noche. Los marineros, asustados, no sabían qué hacer y sólo esperaban ser devorados por la borrasca.




     En medio de tanta aflicción, profundos sentimientos de culpa embargaron el corazón de la niña Mariana de Torres  sobrina del propio Rey   quien se consideraba la causa de la terrible tormenta, por lo que le dice a su tía, la líder del grupo, la Madre María de Jesús Taboada: "Madre mía, ¿seré yo la causa de esta tempestad y cual otro Jonás deberé ser lanzada al mar para que éste se calme?".

     Su tía, mientras la estrechaba en sus brazos en señal de protección maternal le responde :

     "¡No hija mía! para eso tenemos la oración, la cual cala profundamente en el corazón de Dios".


Ira del infierno desatada contra las hijas de la Virgen

     Dicho esto, una monstruosa serpiente de siete cabezas irrumpe en medio de las aguas y agitándolas intentaba destrozar el navío. Ante tan horrible visión, la niña Mariana tras dar un grito cayó desmayada. 




La Madre María, embargada de aflicción ante el estado de su sobrina, dirigió a Dios esta humilde oración: 

     "Tú sabes, oh mi Dios, que esta fundación es fruto de mi obediencia al Rey, mi Señor. Si es Vuestra  Volundad que en esa Colonia se funde el Convento de la Inmaculada Concepción, haced desaparecer esta tempestad, esta oscuridad, y que se calme la tormenta".

Nuestra Señora del Buen Suceso, Quien aplasta y aniquila a Satanás

     ¡Oh prodigio! Apenas la Madre María terminó su oración la niña abrió los ojos; de inmediato se hizo de día y escucharon una voz terrorífica que decía: "No permitiré esta fundación, impediré su progreso; impediré que se conserve hasta el fin de los tiempos, a cada momento la perseguiré". Era la voz de la serpiente que resonaba justo después de que la tormenta calmó.

     Retornó la claridad y también la calma en medio de las augustas expedicionarias. La Madre María, examinando con cuidado su sobrina luego del desmayo — lo que le parecía debió ser el resultado de un éxtasis admirable — le preguntó: ¿"qué te sucedió hija mía?". La niña Mariana prefirió contarle en privado:

     "Mi madre, fue como si hubiese estado en otros mundos. Ví retorciéndose a una serpiente más grande que el mar, y a una Señora de incomparable hermosura, vestida de sol, coronada de estrellas, con un precioso Niño en sus brazos. En el pecho de la Señora había una custodia con el Santísimo Sacramento; en una de sus manos una grande cruz de oro cuya punta terminaba en lanza con la que sujetó a la enorme serpiente cuya  lengua también era como una lanza, pero de doble filo. La Señora, apoyando la Cruz en el Santísimo Sacramento y en la mano del Niño, golpeó con tanta fuerza la cabeza de la serpiente que la destrozó. Fue en ese momento que el monstruo dio esos alaridos de que no permitiría la fundación del Convento de la Inmaculada Concepción".



Visión de la niña Mariana. La Santísima Virgen aniquilando a la serpiente infernal que amenazaba hundir la embarcación de las Madres Fundadoras de la Inmaculada Concepción de Quito


El triunfo de Nuestra Señora acuñado proféticamente

     La Madre Taboada comprendió todo lo que eso significaba, y tiempo después mandaría a acuñar las medallas reproduciendo esta admirable visión, y que hoy las Conceptas lucen en el pecho. 

     La niña Mariana le comunicó a su tía además las innumerables dificultades y sufrimientos que aun padecerían en el trayecto, así como también lo que sucedería con el Convento, una vez fundado en la ciudad de Quito, el cual sería víctima por el odio de la serpiente, de persecuciones e inmensas tribulaciones a lo largo de los siglos; Dios Nuestro Señor permitiría todo aquello para la gloria de su Santísima Madre.



Foto superior: Medalla que representa el triunfo contra  la Revolución prometido por Nuestra Señora de El Buen Suceso y que  - foto inferior - las Religiosas Conceptas lucen en sus hábitos 




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