Iniciativa Apostólica
El Inmaculado Corazón de María triunfará

 




San Luis María Grignion de Montfort 


     A lo largo de la historia, Dios ha revelado a través de sus siervos, la futura restauración de la civilización católica, tanto en la esfera espiritual como temporal.

     Uno de esos siervos es el extraordinario santo francés San Luis María Grignion de Montfort, quien escribió en el siglo XVIII la Oración Abrasada.

     Conocida también como la "Súplica Ardiente", con razón lleva ese título, pues todas y cada una de sus cláusulas son otras tantas brasas que saltan ardientes del corazón del apóstol, todo inflamado por el celo de la gloria de Dios y de la salvación de las almas.

     La Oración sirve de prefacio a la Regla de la Compañía de María, y como dicha Regla se escribió en 1713, bien se la pudiera colocar alrededor de esa fecha.

     En la Oración Abrasada, San Luis Grignion no implora nada para sí mismo sino para la mayor gloria de Dios. Y tomando en cuenta su época, se dirige a Él con una pregunta que es casi como que una queja: "Tú, Señor, ¿permitirás que todo sea como Sodoma y Gomorra?"

     También a nosotros, y siguiendo el ejemplo de ese gran Santo, nos sea permitido dirigir una súplica análoga a Nuestro Señor y a su Madre Santísima. Y de Ella, ciertamente escucharíamos de sus labios como respuesta: ‘Ya lo dije en Fátima, en el año de 1917, e indiqué los errores que dominaban el mundo, la inmora­lidad creciente que podía agravarse y esparcirse por el orbe, atrayendo sobre la hu­manidad los castigos de Dios’.





Después del Mensaje revelado por Nuestra Señora en la Cova de Iría, ¿el mundo se regeneró?


     Comparando la situación actual de la humanidad con la de 1917, podríamos preguntarnos cuáles son los pecados que disminuyeron y si acaso hubo una mejoría en uno u otro campo. La santidad, ¿conquistó algún terreno? O por lo contrario, junto con la moral ¿qué terrenos perdieron? Precisamente, la sodomización y la gomorrificación de la Tierra y tantos otros fenómenos afines, ¿no forman actualmente un abismo, en el cual el mundo moderno se va precipitando? Bien podemos afirmar, que las cosas van de mal en peor.

     Décadas después de la muerte de San Luis Grignion de Montfort, estalló en Francia, la Revolución de 1789, en la que la Iglesia fue perseguida con un odio nunca conocido desde el edicto de Milán en el año 313, mediante el cual el emperador Constantino concedió la libertad a la Iglesia católica.

     Pero tal persecución despertó al mismo tiempo la heroica santidad de innumerables sacerdotes y laicos, que prefirieron sufrir el martirio antes que negar su fe.

     Hoy, ante la crisis religiosa y moral, de mayor gravedad para las almas que en la época de la Revolución Francesa
, los auténticos católicos, anclados en una sólida devoción a la Santísima Virgen, tienen que enfrentar la impiedad y el neopaganismo con una fortaleza y una confianza redobladas. Y para eso, la Oración Abrasada será una inspiración colosal.

     Como su título lo indica, la Oración, extensa y profunda en su contenido, es fuego puro. En ella se puede contemplar cara a cara el celo de quien la escribió, y bien se la puede considerar como el timbre de voz que nos llevará a reconocer los sonidos espirituales de la Santa Iglesia Católica.


El Santo predicando a sus fieles.
Vidriera en la iglesia de Montfort-sur-Meu, Francia


     Al leerla, y rezarla, nos encontraremos siempre con algo nuevo. Con su sentido profético, el santo percibe una desolación en el mundo, una gran persecución ante la cual, parecería que Dios está cruzado de brazos, y por ello implora la intervención divina para reestablecer el orden en la Tierra.

     Claramente esta oración, se torna actual, ante la situación de la que hoy somos testigos a lo largo y ancho del mundo.

     Es necesario clamar urgentemente a Nuestro Señor para que intervenga, y el orden sea reestablecido, así como también su Gloria, que la Revolución anticristiana impunemente ha ultrajado.

     Sería necesario tener labios proféticos y no pecadores, para que ese clamor sea perfecto.

     Dejemos pues, que San Luis María Grignion de Montfort clame por nosotros, y pida el fin de esta situación satánica, así como la victoria del Corazón Sapiencial e Inmaculado de María, y el advenimiento de su Reino en la Tierra, por Ella prometido.


     Compartimos a 
continuación algunos trechos de esta magnífica oración para su recitación.


San Luis María Grignion de Montfort,
Basílica de San Pedro, en el Vaticano



Oración Abrasada
— San Luis María Grignion de Montfort —

     "Es hora de que actúes, Señor, han quebrantado tu voluntad (Sal 118, 126). Es tiempo de hacer lo que habéis prometido. Vuestra divina Ley es quebrantada; vuestro Evangelio, abandonado; torrentes de iniquidad inundan toda la tierra y arrastran a vuestros mismos siervos; toda la tierra está desolada; la impiedad está sobre el trono; vuestro santuario es profanado y la abominación se halla hasta en el lugar santo. ¿Lo dejaréis abandonado así todo, Señor justo, Dios de las venganzas? ¿Vendrá todo, al fin, a ser como Sodoma y Gomorra? ¿Callaréis siempre? ¿Aguantaréis siempre? ¿No es menester que vuestra voluntad se haga en la tierra como en el cielo y que venga vuestro reino? ¿No habéis mostrado de antemano a algunos de vuestros amigos una renovación futura de vuestra Iglesia? ¿No han de convertirse a la verdad los judíos? ¿No es esto lo que espera vuestra Iglesia? ¿No os piden a gritos todos los santos del cielo justicia? Hazme justicia (Lc 18, 3) ¿No os dicen todos los justos de la tierra: Amén, ven, Señor? (Ap 22, 20). Las criaturas todas, aun las más insensibles, gimen bajo el peso de los pecados innumerables de Babilonia y piden vuestra venida para restaurar todas las cosas. La creación entera está gimiendo (Rm 8, 22).

     ¿Qué es lo que os pido? Nada en mi favor, todo para vuestra gloria. ¿Qué es lo que os pido? Lo que Vos podéis, y aun, me atrevo a decirlo, lo que debéis concederme, como Dios verdadero que sois, a quien se ha dado todo poder en el cielo y en la tierra, y como el mejor de todo los hijos, que amáis infinitamente a vuestra Madre.

     ¿Qué es lo que os pido?...

     ..."¿No me está a mí mejor morir que veros, Dios mío, todos los días tan cruel y tan impunemente ofendido, que hallarme todos los días más y más en peligro de ser arrastrado por los torrentes de iniquidad que van creciendo? Mil muertes me serían más tolerables. O enviad socorros desde el cielo o llevaos mi alma. Si no tuviera la esperanza de que oiréis pronto o tarde, a este pobre pecador en interés de vuestra gloria, como habéis oído a tantos otros, si el afligido invoca al Señor; Él lo escucha, pediría absolutamente con un profeta: Llévate mi alma. Pero la confianza que tengo en vuestra misericordia me hace decir con otro profeta: No moriré, sino viviré y contaré las obras del Señor, hasta que con Simeón pueda decir: Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto vuestra salvación (Lc 2, 29).

     "¿Cuándo vendrá este diluvio de fuego, de puro amor, que Vos debéis encender sobre toda la tierra de manera tan dulce y tan vehemente, que todas las naciones, los turcos, los idólatras, los mismos judíos se abrasarán en él y se convertirán? Sin que nada se sustraiga a su calor (Sal 18, 7). ¡Ojalá estuviera ardiendo!  (Lc 12, 49). Que este divino fuego que Jesucristo vino a traer a la tierra se encienda, antes que Vos encendáis el de vuestra cólera, que reducirá toda la tierra a cenizas.

     "Ved, Señor, Dios de los ejércitos, los capitanes que forman compañías completas; los potentados que levantan ejércitos numerosos; los navegantes que arman flotas enteras; los mercaderes que se reúnen en gran número en los mercados y en las ferias. ¡Qué de ladrones, de impíos, de borrachos y de libertinos se unen en tropel contra Vos todos los días, y tan fácil y prontamente! Un silbido, un toque de tambor, una espada embotada que se muestre, una rama seca de laurel que se prometa, un pedazo de tierra roja o blanca que se ofrezca; en tres palabras, un humo de honra, un interés de nada, un miserable placer de bestias que esté a la vista, reúne al momento ladrones, agrupa soldados, junta batallones, congrega mercaderes, llena las casas y los mercados y cubre la tierra y el mar de muchedumbre innumerable de réprobos, que, aun divididos los unos de los otros por la distancia de los lugares o por la diferencia de los humores o de su propio interés, se unen no obstante todos juntos hasta la muerte, para haceros la guerra bajo el estandarte y la dirección del demonio.

     "Y por vos, Dios soberano, aunque en serviros hay tanta gloria, tanta dulzura y provecho, ¿casi nadie tomará vuestro partido? ¿Casi ningún soldado se alistará bajo vuestras banderas? ¿Ningún San Miguel gritará de en medio de sus hermanos por el celo de vuestra gloria: ¿Quién como Dios? ¡Ah!, permitidme ir gritando por todas partes: ¡Fuego, fuego, fuego! ¡Socorro, socorro, socorro! ¡Fuego en la casa de Dios! ¡Fuego en las almas! ¡Fuego en el santuario! ¡Socorro, que se asesina a nuestros hermanos! ¡Socorro, que se degüella a nuestros hijos! ¡Socorro, que se apuñala a nuestro padre!

     "Álcese Dios y sus enemigos se 
dispersarán! (Sal 67, 2)

     "Despertad, Señor, ¿por qué duermes? ¡Levantaos! (Sal 43, 24). Señor, levantaos: ¿por qué parecéis dormir? Levantaos en vuestra omnipotencia, vuestra misericordia y vuestra justicia... Amén."

     ¡Dios solo!






La introducción del presente artículo fue redactada en base a varos comentarios de Plínio Corrêa de Oliveira a respecto de la Oración Abrasada.

Fuentes: 
- Revista Catolicismo
- Pliniocorreadeoliveira.info    
- Infocatólica
- Luzespiritual.blogspot.com
- docplayer.es










1 Comentarios:

  1. Linda oración y al final justo lo que está pasando ahora en Chile ����

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