Por el Padre David Francisquini*
En la aparición del 13 de julio de 1917, Nuestra Señora de Fátima les dijo a los pastorcitos que Dios “va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, el hambre y la persecución a la Iglesia y al Santo Padre.
“[...] Para impedirlo, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados.
"Si atendieren mis pedidos, Rusia se convertirá y tendrán paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia;
“Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas;
“Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará.
"El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.
Doce años después, el 13 de junio de 1929, durante su permanencia en Tui, España, la Hermana Lucía tuvo una visión en la que Nuestra Señora le dijo:
"Ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los obispos del mundo, la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio".
En ese mismo año, la vidente puso ese pedido en conocimiento del Papa Pío XI, y al año siguiente le escribió a su confesor, el Padre José Bernardo Gonçalves SJ, diciéndole que Nuestro Señor la instara a solicitar al Santo Padre la aprobación de la devoción reparadora de los primeros sábados.
Y agregó:
“Si no me engaño, el Buen Dios promete poner fin a la persecución en Rusia si el Santo Padre se digna hacer, y ordenar a los obispos del mundo católico que lo hagan también, un acto solemne y público de reparación y consagración de Rusia a los Santísimos Corazones de Jesús y de María”.
En una comunicación posterior, Nuestro Señor se quejó por medio de la vidente: “No quisieron atender mi pedido.
“Como el rey de Francia, se arrepentirán; a lo mejor mi pedido lo atenderán después, pero será tarde. Rusia ya habrá esparcido sus errores por el mundo”.
En una carta a su confesor, del 18 de mayo de 1936, la Hermana Lucía dice: “He hablado íntimamente con Nuestro Señor del asunto; y hace poco le pregunté por qué no convertía a Rusia sin que esté de por medio la consagración hecha por Su Santidad”.
Esta fue la respuesta que la Hermana Lucía recibió de Jesús:
“Porque quiero que toda mi Iglesia reconozca esta consagración como un triunfo del Inmaculado Corazón de María, para luego extender su culto y colocar, junto a la devoción a mi Divino Corazón, la devoción a este Inmaculado Corazón”.
Padre David Francisquini |
Consagraciones hechas de forma incompleta
Poco después de iniciada la Segunda Guerra Mundial, la Hermana Lucía se dirigió directamente al nuevo Papa, Pío XII, escribiéndole entre varias cosas, lo siguiente: "En algunas comunicaciones íntimas que he tenido con Nuestro Señor, Él no ha dejado de insistir en ese pedido, prometiendo últimamente — si Su Santidad se digna llevar a cabo la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María, mencionando especialmente a Rusia, y ordenando que, en unión con Su Santidad y simultáneamente, la hagan también los obispos del mundo — acortar los días de tribulación, en los que en determinado momento castigará a las naciones por sus crímenes, con la guerra, el hambre y persecusiones contra la Santa Iglesia y Vuestra Santidad".
En 1942, con motivo de la clausura del año jubilar de las apariciones de Fátima, el Papa Pío XII, consagró la Iglesia y el género humano al Inmaculado Corazón de María, acto que él mismo renovó el 8 de diciembre de ese año.
Pero el texto apenas hacía una velada mención a Rusia, sin mencionarla explícitamente. A propósito e esta consagración, en una carta con fecha 4 de mayo de 1943 dirigida al padre Gonçalves, la Hermana Lucía aseguró haber tenido otra revelación de Nuestro Señor prometiendo "el final de la guerra poco después, en atención al digno acto realizado por Su Santidad, sin embargo, ya que fue hecha de forma incompleta, la conversión de Rusia queda postergada para después".
En julio de 1952, Pío XII consagró Rusia al Corazón Purísimo de Maria, pero no lo hizo en unión a los obispos del mundo. En noviembre de 1964, Paulo VI “confió el género humano” al Inmaculado Corazón de María. Juan Pablo II hizo dos consagraciones: una en Fátima, el día 13 de mayo de 1982; y la otra en Roma, el 25 de marzo de 1984, ambas precedidas tan solamente de una invitación a los obispos para unirse a él en dichos actos.
Algunos episcopados se unieron, pero en realidad fueron pocos quienes la hicieron. Además, Rusia no fue mencionada en el texto de la consagración, sólo fueron hechas apenas algunas alusiones indirectas que quedaron aún más en evidencia cuando el Papa polaco improvisó la siguiente oración: "Madre de la Iglesia! [...] Ilumina especialmente los pueblos de los cuales esperas nuestra consagración y nuestra entrega”.
Nota: Todos los hechos narrados hasta ahora, y las citas correspondientes, los tomé del excelente libro Fátima: ¿Mensaje de tragedia o esperanza? - de Antônio Augusto Borelli Machado.
Continuará...
*El Padre David Francisquini ejerce su misión sacerdotal en la Iglesia del Inmaculado Corazón de María, en Cardoso Moreira, Rio de Janeiro, Brasil.
Entusiasmado por el libro Revolución y Contra-Revolución, de Plínio Corrêa de Oliveira, el Rvdo. Padre David siempre difundió los ideales del insigne pensador y líder católico brasileño.
El sacerdote es autor de dos libros importantes en la defensa de la familia: "Catecismo contra el Aborto" y "Dios los creó hombre y mujer".
Fuente:
Revista Catolicismo
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