Iniciativa Apostólica
El Inmaculado Corazón de María triunfará

 






La moral no es fruto de un "consenso democrático"

     Muy a menudo la gente confunde la democracia como forma de gobierno con una especie de consenso democrático para determinar las normas de pensamiento y de conducta humana en la sociedad.

      Así, algo es bueno o malo, verdadero o falso, bonito o feo, basado en la opinión pública según lo expresado en referéndum o sondeos de opinión. En Moral, como en política, se espera que cada uno acepte la voluntad de la mayoría, incluso cuando personalmente discrepa de ella.

     Así, las leyes que se oponen a la naturaleza racional del hombre serían totalmente arbitrarias, puesto que reflejarían los caprichos y antojos de los legisladores. Esta no sería una ley verdadera y no sería obligatoria en conciencia.

     Además, la ley basada exclusivamente en la voluntad humana no tiene ninguna autoridad moral sobre el hombre, puesto que, desde un punto de vista natural, la voluntad de un hombre es tan verdadera como la de otro. Ninguna voluntad humana tiene superioridad natural sobre la voluntad de otro hombre. Por lo tanto, esta ley de la voluntad no obligaría tampoco en conciencia.

     Para que una ley sea obligatoria en conciencia, sus más profundas raíces y última garantía se deben encontrar en el Legislador Supremo, cuya Voluntad es naturalmente superior a la voluntad humana. Esta Voluntad superior debe pertenecer a Dios porque sólo Su voluntad es superior al resto de las voluntades. Esta Voluntad Suprema se expresa tanto en las leyes positivas, es decir, leyes establecidas por Dios y contenidas en la Revelación, y en la Ley Natural, según lo expresado a través de la Creación.

Lo que la Iglesia enseña sobre la homosexualidad

     Los principios de la Iglesia son inmutables. Es generalmente sabido que el acto homosexual es calificado por la Iglesia como "pecado contra la naturaleza" y es catalogado entre los pecados que claman al Cielo y piden a Dios venganza. Esto muestra toda su gravedad.

La voz de los Apóstoles

     La Iglesia puede decir de sí misma con San Pablo: "Recibiendo la palabra de Dios oyéndonos a nosotros, reciben, no una palabra humana, sino, como verdaderamente es, la palabra de Dios".

     En efecto, es el papel de la Iglesia proclamar y salvaguardar las divinas enseñanzas de Nuestro Señor. Así la Iglesia condena todas las formas de inmoralidad, especialmente las que se oponen al orden natural, como es la homosexualidad.

     Esta condenación se remonta al mismo comienzo de la Iglesia. Continúa con los primeros Padres de la Iglesia y con los escritores eclesiásticos, y luego los Papas, santos y concilios hasta nuestros días.

     Así, San Pedro afirma que los pecados contra la naturaleza de Sodoma y Gomorra movieron a Dios a reducir sus ciudades a cenizas.

     San Pablo, el Apóstol de los Gentiles, tenía un conocimiento profundo del mundo greco-romano, cuya cultura se extendió a través del Mediterráneo y de Asia Menor. En sus epístolas, puso en contraste el matrimonio cristiano, la virginidad y la continencia por amor de Dios con la inmoralidad del mundo pagano, el adulterio, la prostitución, el incesto y la homosexualidad, condenándolos. Amonestó continuamente a los cristianos convertidos que los impuros no entrarán en el Reino de Cielos. Los puros, en cambio, gozarán "la ciudadanía en el cielo".


Lot huyendo de Sodoma

Lea aquí:
Nueva evidencia científica de cómo Dios destruyó a Sodoma y Gomorra


Los Padres de la Iglesia

     Los Padres de la Iglesia son testigos de la Tradición divina. Ellos también condenaron la homosexualidad en sus escritos. Sus condenaciones y aquellas hechas por los Escritores Eclesiásticos son muy numerosas.

Condenaciones recientes de la Iglesia a la homosexualidad

     El 29 de diciembre de 1975, en medio del abandono de la moralidad cristiana causado por la revolución sexual, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe publicó el documento Persona Humana – Declaración sobre ciertas cuestiones concernientes a la ética sexual. Este documento denuncia el subjetivismo moral dominante, que muchos teólogos estaban defendiendo basados en una equivocada visión pastoral.

     La declaración recuerda la categórica doctrina de la Iglesia y la ética natural que dice que todo acto sexual fuera del matrimonio es pecaminoso. Así, condena el sexo pre-matrimonial, la cohabitación, la masturbación y la homosexualidad.

     Encíclica Veritatis Splendor
     En 1993, el Papa Juan Pablo II publicó su encíclica Veritatis Splendor sobre cuestiones fundamentales que involucran la enseñanza moral de la Iglesia.

     La Iglesia acepta la enseñanza de la Escritura Sagrada. La Encíclica, hace eco al Apóstol Pablo quien declara enfáticamente: "No os engañéis: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los pervertidos sexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los vilipendiadores, ni los que roban con violencia heredarán el Reino de Dios" (1 Cor. 6:9-10).

     El Catecismo de la Iglesia Católica
     Los actos homosexuales son "intrínsecamente desordenados", "contrarios a la ley natural" y "bajo ninguna circunstancia pueden ser aprobados". La inclinación homosexual "es objetivamente desordenada", pero aquellos afectados por ella "deben ser aceptados con respeto, compasión y sensibilidad", sin "injusta discriminación". Ellos son llamados a "cumplir la voluntad de Dios en sus vidas y, si son cristianos, a unir al sacrificio de la Cruz del Señor las dificultades que puedan encontrar por causa de su condición".

Camino vertiginoso hacia el rechazo de la moral católica

     Recientemente, la Iglesia Católica en Alemania ha escogido el camino de rechazar la moral católica tradicional, vigente desde los tiempos apostólicos. Pretenden que durante el próximo Sínodo mundial, en 2023, su «camino» sea seguido por toda la Iglesia católica. En efecto, en los últimos meses pareciera que la "infección alemana" se va extendiendo rápidamente por ciertos sectores de la Iglesia, a juzgar por las frecuentes declaraciones de un número considerable de prelados y sacerdotes que se manifiestan en el mismo sentido que los alemanes. Podemos citar al respecto un buen número de ejemplos:


     — En enero de este año 2023, el arzobispo de San Diego Robert McElroy, recientemente nombrado cardenal por el papa Francisco, en un ensayo publicado por America Magazine, considera que a los homosexuales y a las parejas divorciadas y casadas civilmente en estado objetivo de pecado, se les debe permitir recibir la Eucaristía, y que las mujeres deben ser admitidas al diaconado. McElroy llama a una "transformación" de la Iglesia a través del Sínodo.

     — También en enero, el jesuita James Martin, nombrado por el papa Francisco consultor del Secretariado Vaticano para las Comunicaciones y notorio por su abierta promoción del estilo de vida homosexual y su celebración de la homosexualidad como un gran "don" para la Iglesia, defendió en Twitter el "matrimonio" homosexual como legal y legítimo.


Uno de los libros del jesuita James Martin


— El pasado mes de diciembre, el Cardenal Jozef De Kessel, presidente de la Conferencia Episcopal belga, defendió en Roma, durante la visita ad limina de los obispos flamencos, la bendición de las parejas homosexuales que dichos obispos habían aprobado anteriormente.

— El pasado noviembre, el presidente del Instituto Juan Pablo II de Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, Philippe Bordeyne, hablando para La Croix, diario no oficial del episcopado francés, defendió la bendición de las parejas del mismo sexo argumentando que "nadie puede ser privado de la bendición de Dios".

— El mismo mes, el obispo John Arnold de Salford (Gran Bretaña) confirmó en declaraciones a LifeSiteNews que los obispos ingleses seguirán promoviendo las "Misas LGTBI", de acuerdo con el "informe sinodal" del episcopado de Inglaterra y Gales.

— En octubre, el Cardenal Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo, presidente del episcopado europeo y relator general del Sínodo de la Sinodalidad, en una entrevista concedida a L’Osservatore Romano, abogaba por bendecir las parejas homosexuales y por un evangelio "sin normas ni prohibiciones".

— Retrocediendo un poco en el tiempo, en el mes de agosto, el obispo John Dolan fue nombrado nuevo obispo de Phoenix, Arizona, a pesar de su promoción de actividades LGTBI, incluyendo la celebración de una Misa en la parroquia de San Juan Evangelista de Hillcrest, en la que la homilía fue leída por una "drag queen" transexual.


Homosexuales recibiendo la Sagrada Comunión, San Francisco California, 2007


     — En el pasado mes de junio, supimos que los franciscanos alemanes eligieron como superior de la orden al hermano Markus Fuhrman, de la Orden de los Hermanos Menores, que semanas atrás se había declarado públicamente homosexual, manifestándose a favor del fin del celibato y de la ordenación de mujeres.

— En el mismo mes de junio, encontramos a varios obispos declaradamente pro-LGTB, como Wilton Gregory de Washington D.C., el mencionado más arriba Robert McElroy de San Diego o el arzobispo de Manaus Ulrich Steiner.

Así, la crónica podría seguir...

Es necesario puntualizar que la llamada “ética situacional”, derivada de la "nouvelle téologie" modernista, que defiende que las circunstancias pueden modificar la naturaleza de un acto, es contraria a la teología que la Iglesia siempre ha defendido. Santo Tomás afirma claramente que las circunstancias nunca pueden eliminar totalmente la culpabilidad de un pecado grave por un acto cuya condición de pecado grave es conocida y, sin embargo, se opta por realizarlo. En otras palabras, la naturaleza buena o mala de un acto no depende de las circunstancias, sino del acto mismo, y las circunstancias no pueden modificar esa naturaleza, sino simplemente atenuar o agravar la culpa que, en cualquier caso, sigue existiendo. Por otra parte, tal como nos recuerda el canonista Fr. Gerald Murray: "la Iglesia no reconoce ningún derecho a la homosexualidad que cualquier ley anti-sodomía pudiera infringir (…) El magisterio católico condena explícitamente la protección legal de la homosexualidad y niega que pueda ser considerada un derecho".

     Los laicos, en general, estamos acostumbrados a aceptar acríticamente lo que viene "de arriba", y experimentamos cierto desasosiego ante la eventualidad de opinar críticamente en asuntos de la Iglesia. Nos olvidamos de que la Iglesia somos también nosotros.

     El pasado octubre, el obispo Athanasius Schneider declaraba a LifeSiteNews: "La autoridad viene definida por sus límites, e incluso la obediencia se define por sus límites. La conciencia de estos límites conduce a la perfección en el ejercicio de la autoridad y en el ejercicio de la obediencia (…) La obediencia no es ciega ni incondicionada, sino que tiene límites (…) Cuando los que tienen autoridad en la Iglesia no cumplen fielmente su deber de custodiar y defender la integridad y la claridad de la fe católica y de la liturgia, Dios llama a los subordinados, incluso a los pequeños y a los sencillos, a compensar las deficiencias de los superiores mediante llamados, propuestas y correcciones, y, con gran fuerza, mediante sacrificios vicarios y oraciones".

     Probablemente muchos sacerdotes están en este momento desconcertados y temerosos de poner de manifiesto con claridad sus opiniones. Es necesario manifestarles nuestro apoyo sobre la base de la recta doctrina y de la fidelidad al Magisterio de la Iglesia, del mismo modo que es necesario corregir, cuando sea necesario y con el debido respeto, aquellas actitudes que se apartan de la ortodoxia.




Fuentes de este blog:

El presente texto fue elaborado con materia extraída de los  artículos 
"Camino Sinodal” alemán rechaza la moral católica, de acciónfamilia.org  y "No es tiempo de callar", de Pedro Abelló, infovaticana.com 



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