Coro Alto del Monasterio de la Inmaculada Concepción de Quito. Las religiosas rezan delante de la Portentosa Imagen de Nuestra Señora del Buen Suceso |
Continuación del artículo anterior, "Se apaga la lámpara del Sagrario: oscuridad en el cristianismo y tinieblas en la Iglesia" - Haga cliq en el link
En la madrugada del 2 de febrero de 1634, la Santísima Virgen del Buen Suceso prosiguió con la explicación de los motivos por los que se apagó la lamparita del Santísimo Sacramento en la Capilla del Coro Alto del Monasterio de la Inmaculada Concepción de Quito. Luego le explicó a la Madre Mariana de Jesús Torres la segunda causa:
"Que ésta mi comunidad, estando en un reducido número de personas, será sumergida en el mar sin fondo de indecibles amarguras, y parecerá ahogarse en esas variadas aguas de tribulaciones: cuantas vocaciones verdaderas perecerán por falta de dirección, tino y prudencia para formarlas, por parte de las Maestras de Novicias, quienes deberían ser almas de oración y conocedoras de los diversos caminos del espíritu...".
La profecía de esta crisis tiene gran relación con otras revelaciones de la Santísima Virgen en los siglos subsecuentes, incluso en Fátima, en 1917.
También en La Salette en 1846, en que María Santísima habló del pozo del abismo y de los demonios que saldrían para flagelar a la humanidad:
"Llegó el tiempo, el abismo se abre. He ahí al rey de las tinieblas, he ahí a la Bestia con sus súbditos, diciendo que es el salvador del mundo. Él se elevará orgullosamente en los aires queriendo alcanzar el cielo". Cfr.: El secreto de La Salette.
En la aparición del 2 de febrero de 1610, Nuestra Señora del Buen Suceso señaló con una terrible declaración, la responsabilidad de las autoridades religiosas relajadas:
"Aquellos que deberían defender en justicia los derechos de la Iglesia, sin temor servil ni respeto humano, darán la mano a los enemigos de la Iglesia para hacer lo que estos quieran".
Detalle del Juicio Final. Stefan Lochner (1410 - 1451). Museo Wallraf-Richartz, Colonia |
En La Salette, en 1846, la Virgen reiteró este punto con acentuado énfasis, y habla explícitamente de la decadencia de las ordenes religiosas:
"¡Ay!, de los príncipes de la Iglesia que en ese entonces estarán ocupados apenas en amontonar riquezas sobre riquezas, en salvaguardar su autoridad y en dominar con orgullo".
"... durante cierto tiempo la Iglesia será entregada a grandes persecuciones. Será el tempo de las tinieblas, y la Iglesia vivará una crisis pavoroso".
"Que los dirigentes de las comunidades religiosas estén atentos con los postulantes que reciben, pues el demonio usará toda su malicia para introducir en las ordenes religiosas personas entregadas al pecado, siendo que el amor a los placeres carnales y el desorden por estos provocados, estarán esparcidos por toda la tierra". Cfr.: El Secreto de La Salette.
El Beato Francisco Palau fue uno de los santos que advirtieron de la infiltración del príncipe de las tinieblas en el seno de la Iglesia. A continuación, nos habla tomando el nombre de Jesucristo:
"Por la corrupción de las costumbres [Satanás] entró en el Sancta Sanctorum, y en cuanto dirija desde afuera de la ciudad santa a todos los reyes y poderes políticos de la tierra en batalla en contra mío, desde adentro de mi proprio alcázar, él paraliza mi acción, entorpece mis empresas y frustra mis proyectos". ("Roma vista desde la cima del monte", El Ermitaño, Nº 58, 9-12-1869).
"Satanás entró en el santuario y lo llenó de abominaciones, sustentado por poderes que se hacen llamar católicos, y desde adentro del proprio santuario hace la guerra contra nosotros, una guerra atroz, la más peligrosa que la Iglesia jamás tuve que trabar (...)
"porque conviene al enemigo combatirnos desde adentro de la propia fortaleza, por eso se viste con el uniforme de católico, y usando este nombre, presenta ciertas realizaciones religiosas, para fascinar a la muchedumbre y así llevar la confusión hasta el Cielo". ("Campamento de epidemia en Vallcarca", El Ermitaño, Nº 99, 29-9-1870).
Los errores y vicios deplorados en la época colonial por la Santísima Virgen en Quito, ciertamente demoraron algún tiempo en tomar cuenta de Ecuador, aún más, cuando ese país contó con el período presidencial de Gabriel García Moreno (1821 –1875), que retrasó la acción de la Revolución anticristiana.
Nuestra Señora del Buen Suceso |
María Santísima censuró esa colaboración falsamente "ecuménica" – "Aquellos que deberían defender en justicia los derechos de la Iglesia – de jerarcas eclesiásticos con poderes demoledores al servicio del infierno, "a fines del siglo XIX y en gran parte del siglo XX".
Nada que sea muy grande sucede inesperadamente. La crisis actual de la Iglesia, fue iniciada por la Revolución del modo más disimulado y se fue intensificando en la medida que alcanzaba su auge a finales del siglo XX.
Es por tanto coherente que la mayor parte de las revelaciones de Nuestra Señora del Buen Suceso se concentren en describir dicho auge o período final de la crisis.
Las Religiosas Concepcionistas en medio de la crisis
La Santísima Virgen alertó de la pérdida del amor a Dios en medio de esa crisis, y de las almas que dejarán de amar el Cielo.
Tales tendencias, a propósito, se acentuaron mucho en el período de la pandemia, empeorando así la decadencia que ya se venía agravando desde el periodo post Concilio Vaticano II.
La Madre de Dios desdobló el mal del pecado de tibieza, infelizmente tan frecuente en los conventos, para después introducirse en el tema central que Ella quiso tratar; y justamente para cortarle el paso a esa tibieza, le enseñó a la Madre Mariana las palabras con las que debía encaminar a las religiosas de su Monasterio luego de su muerte, que estaba muy próxima:
"Al despedirte de tus hijas, incúlcales el fervor, la humildad y el desprecio a sí mismas, y la práctica incesante de las virtudes religiosas, hermanadas con esa simplicidad infantil que las hará muy amadas de mi Santísimo Hijo, y de mí también que soy Madre de ellas”.
Se trataba de consejos muy apropiados que la Madre Mariana debía comunicar a manera de incumbencia, a sus discípulas en el lecho de su muerte,
Religiosas Concepcionistas en los pasillos del Monasterio de la Inmaculada Concepción de Quito, durante el traslado de la Portentosa Imagen de Nuestra Señora del Buen Suceso |
La Santísima Virgen advirtió también que el Monasterio sufriría muchas y terribles amenazas y peligros. El demonio recurriría a todos los artificios y falsedades de los que es capaz.
Pero Dios velará siempre sobre el Monasterio y finalmente, los ataques explícitos o disimulados de las tinieblas nada podrán conseguir, con la condición de que las monjas no abandonen la práctica de las virtudes. Nuestra Señora mencionó lo siguiente:
"Esta casa, en todos los tempos será combatida con furor infernal, para destruirla y aniquilarla.
"Pero la Providencia Divina velará por su conservación, ayudando para esto las virtudes practicadas por las moradoras de esta casa, pero, ¡ah!, si esta faltase...".
Estas palabras contienen una parte prometida por Dios, pero incluyen también una contribución de las monjas concepcionistas, con sus oraciones y sacrificios.
Sin esas cuotas de las religiosas, el Monasterio correría el peligro de naufragar y caer en las garras diabólicas. ¿Por qué? Por el odio que el inferno tiene a toda casa religiosa observante y celosa, por lo que hará de todo para destruirla.
La parte con la que cada una de las religiosas debe aportar, nos recuerda el dicho de Santa Teresa: «Teresa y tres ducados, no es nada; pero Teresa, tres ducados y Dios, es capaz de todo». En este caso, los ducados (monedas) son las monjas.
Por sí solas, por sus meras fuerzas, nada conseguirán. Pero con Dios Nuestro Señor y su Santísima Madre auxiliándolas con sus gracias, lo podrán todo.
Y Nuestra Señora extiende la promesa de protección a toda la Orden de la Inmaculada Concepción, pero anunciando que dicha protección será muy especial para los monasterios fundados por las religiosas de Quito.
"También te hago saber hija querida, que mi amor maternal velará sobre los conventos de la Orden de mi Inmaculada Concepción.
"Porque esta Orden me dará mucha gloria entre tantas hijas que tendrás, y con cuidado especial velaré por los conventos fundados en estas tierras, por mis hijas de esta casa".
Esa protección será destacada en los momentos en que las religiosas crean que todo estará perdido. Nuestra Señora del Bien Suceso describe así la gran prueba que vendría:
"Que ésta mi comunidad, estando en un reducido número de personas, será sumergida en el mar sin fondo de indecibles amarguras, y parecerá ahogarse en esas variadas aguas de tribulaciones: cuantas vocaciones verdaderas perecerán por falta de dirección, tino y prudencia para formarlas, de parte de las Maestras de Novicias, quienes deberían ser almas de oración y conocedoras de los diversos caminos del espíritu...".
El texto concluye con reticencias. ¿Por qué? Las reticencias indican claramente una continuación del texto [de lo que se conoce de las revelaciones], pero esta ciertamente no fue transcrita.
La revelación es muy precisa en todo, lo que nos autoriza a ponderar los textos decisivos, palabra por palabra, pues, aunque todo fue calculado para una interpretación muy lógica, vemos sin embargo que finalmente existe la carencia de algo más.
Continuará.
Fuente:
Artículo del Sr. Luis Dufaur, extraído de aparicaodelasalette.blogspot.com y traducido por nuestro blog.
Es interesante
ResponderEliminarJusto estaba leyendo el libro de la vida de S. Marianita, y me coincidió con esto q usted envió, pero era sobre una situación particular q pasó en ese momento en el convento q fue q la encerraron.
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