Casa en donde nació Santa Faustina, en Glogowiec, Polonia |
Conocida llanamente como Sor Faustina, ella murió como religiosa profesa en el convento de la Congregación de las Hermanas de la Santísima Virgen María de la Misericordia, en la ciudad de Cracovia, el 5 de octubre de 1938, a la edad de 33 años. Fue canonizada el 22 de abril de 2001.
Apartir del 1 de agosto de 1925, cuando aún estaba en Varsovia, escribió un diario en el que narró resumidamente su vocación. A continuación, compartimos, en este y en próximos artículos, interesantes tópicos de la vida de la santa, extraídos del mencionado escrito.
Diario personal de Santa Faustina |
Ella cuenta que, pese a haber sentido el llamado religioso desde los siete años, a los dieciocho sus padres aún no le autorizaban entrar de monja.
En cierta ocasión, se encontraba en un baile, y mientras danzaba, su pareja de baile se manifestó en su verdadera identidad de Nuestro Señor flagelado, quien la reprendía por no seguir su voz.
De inmediato salió del salón y se dirigió a la catedral. Allí escuchó una voz interior que le ordenaba ir a Varsovia, donde ingresaría en un convento. Sin saber siquiera a quién debía buscar allá, empacó algo de ropa y partió.
Ya en Varsovia, todo sucedió como la voz le había indicado. Terminó entrando al convento de las Hermanas de la Santísima Virgen María de la Misericordia, donde, luego del postulantado y noviciado, profesó sus votos solemnes, y allí permaneció hasta su muerte años después.
Las locuciones y visiones (intelectivas, según ella) de Nuestro Señor se volvieron extraordinariamente frecuentes desde su ingreso. Las tuvo también de Nuestra Señora y algunos santos, del Ángel de la Guarda y de las almas del Purgatorio.
Incomprendida y despreciada por religiosos y allegados
Santa Faustina |
La vida de los santos no se puede comparar con la de los artistas o de ciertos demagogos, alabados y aplaudidos por el mundo, por los medios de comunicación e, incluso, por los enemigos del catolicismo.
Dios pide a las almas que Él ama un holocausto diario, en el que la mayor causa de sufrimientos es la incomprensión y hasta el menosprecio de aquellos a quienes más quieren hacer el bien.
Este fue, en grado eminente, el tenor de la vida de Santa Faustina, quien se convirtió en el instrumento de Dios para revelar Su Divina Misericordia. Por tal razón, es justamente llamada Apóstol de la Misericordia.
Recién iniciada su vida conventual, Nuestro Señor, quizás para prepararla, le hizo conocer cuál sería la cruz de su vida; a saber, el desprecio de sus más cercanos. También le hizo conocer la dispensación, por su mediación, de misericordia para quienes la habían agraviado.
Ella lo cuenta así:
"En cierta ocasión pude ver una gran multitud dentro y fuera de la capilla, que había sido preparada para una solemnidad.
"Cerca del altar había un gran número de eclesiásticos; había también hermanas nuestras y muchas de otras congregaciones. Todos esperaban a la persona que debía ocupar el sillón principal en el altar.
"De repente escuché una voz que me decía que era yo quien debía tomar ese lugar.
"Pero tan pronto como salí de mi cuarto, ya en el corredor para cruzar el patio y llegar a la capilla, obedeciendo a la voz que me llamaba, he aquí que toda la gente comenzó a tirarme todo lo que podía —lodo, piedras, arena, escobas—, de tal modo que, en un primer instante, dudé si debía o no continuar, pero la voz me llamó con mayor insistencia y luego, pese a todo, avancé decididamente.
"Cuando crucé el umbral de la capilla, las superioras, las hermanas, las alumnas y hasta los padres de familia comenzaron a golpearme con todo lo que podían, de modo que, queriendo o no, tuve que correr hacia el puesto que se me había destinado en el altar.
"Apenas ocupé el lugar indicado, esas mismas personas y las alumnas, y las monjas y las superioras, y los padres de familia, todos se acercaron a mí, extendiendo sus manos y pidiéndome gracias —favores espirituales—, y yo no sentí ningún resentimiento hacia ellas, pese a que me habían tirado toda clase de objetos.
Detalle del Diario de Santa Faustina. Apuntes del 22 de febrero de 1931, día en que Nuestro Señor mandó a elaborar el cuadro de la Divina Misericordia |
"Por lo contrario, sentía un amor muy especial por aquellas personas, pues me habían obligado a subir cada vez más rápido hacia el puesto que se me había destinado.
"En ese momento mi alma se inundó de una felicidad inconcebible y escuché estas palabras:
— Haz todo aquello que quieres, distribuye las gracias como quieras, a quien quieras y a cuantos quieras.
"Y, de repente, la visión desapareció” (páginas 18-19),
Esa visión describió por adelantado lo que la santa generalmente tendría que anotar después en su Diario. Las ingratitudes, incomprensiones, el odio y persecuciones dentro del mismo convento de parte de las monjas, de las superioras, etc., etc. Todo aquello habría sido enloquecedor si no hubiera sido por aquella predicción.
Un ejemplo sencillo. Un poco antes de su muerte, Santa Faustina se encontraba acostada, con su salud muy quebrantada, y la monja enfermera le dejó la comida en un lugar que por su estado le era difícil alcanzar. Luego volvió y la reprendió por no haber comido. La santa le hizo ver que ya no podía ni siquiera levantarse. La enfermera entonces se llenó de rabia y la acusó de mentir.
Nuestro Señor se le apareció nuevamente el 22 de febrero de 1931, para mostrarle el núcleo de su vocación: atraer la Divina Misericordia al mundo.
"¡Oh! Dios mío, soy consciente de mi misión en la Santa Iglesia: mi compromiso continuo de solicitar la misericordia para el mundo. Me uno estrechamente a Jesús y me ofrezco como víctima que ruega por el mundo.
"Dios no me negará nada cuando lo invoque con la voz de su Hijo. Por mí misma, mi sacrificio no vale nada, pero cuando lo uno al sacrificio de Jesucristo, se vuelve omnipotente y tiene la fuerza para aplacar la ira de Dios.
"Dios nos ama en su Hijo. La Dolorosa Pasión del Hijo de Dios es una advocación que atenúa continuamente la ira de Dios" (pág. 195).
Fuente:
Luis Dufaur, aparicaodelasalette.blogspot.com
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