Iniciativa Apostólica
El Inmaculado Corazón de María triunfará

 







     El 2 de febrero de 1594, Nuestra Señora del Buen Suceso profetizó la terrible crisis que amenaza destruir la civilización cristiana, o lo poco o casi nada que aún queda de ella. Este proceso de descristianización, de medio siglo de duración, anunciado por la Santísima Virgen durante la época colonial, es el mismo al cual Plinio Corrêa de Oliveira llamó de Revolución*, la cual visa la destrucción de la Santa Iglesia y la implantación del reino del demonio en la tierra.

 

     En su cuarta Aparición, Nuestra Señora del Buen Suceso había enviado a la Madre Mariana de Jesús Torres previamente a sus embajadores celestiales, los tres arcángeles. Poco después, ya en presencia de la Venerable religiosa, Nuestra Señora le habló de la tibieza, enemiga mortal de la vocación religiosa. A continuación, le hablaría del futuro del Ecuador y del mundo. Si desea repasar las dos partes anteriores de este artículo, haga cliq aquí y aquí.



Revelaciones sobre el siglo XX

     "Considera querida hija, las almas fieles que, aquí en mi amado Monasterio, vivirán y morirán en abnegación y aislamiento, practicando las sólidas virtudes en heroica y oculta santidad. A través de ellas, en los siglos venideros, como a través tuyo, en estos tiempos, se aplacará la justicia divina.

     "Porque te hago saber que desde finales del siglo XIX y entrado el siglo XX, en la hoy Colonia y entonces República del Ecuador, se desbordarán las pasiones y habrá una total corrupción de las  costumbres, por casi reinar Satanás mediante las sectas masónicas, y se enfocará principalmente en la infancia con el fin de mantener con esto la corrupción general. ¡Ay de los niños de ese tiempo! Difícilmente recibirán el Sacramento del Bautismo y el de la Confirmación. El Sacramento de la Confesión, [lo recibirán] sólo si permanecen en escuelas católicas, que el diablo pondrá todo su empeño en destruirlas, valiéndose de personas autorizadas.

     "Lo mismo sucederá con la Sagrada Comunión. ¡Ay! Cuánto siento el manifestarte que habrá muchos y enormes sacrilegios, públicos y también ocultos, profanaciones de la Sagrada Eucaristía. Muchas veces, en esa época, los enemigos de Jesucristo, instigados por el demonio, robarán en las ciudades las hostias consagradas con el fin de profanar las Especias Eucaristícas. Mi Santísimo Hijo se verá arrojado al suelo y pisoteado por pies inmundos.

     "Pero en este Monasterio vivirán aún almas fieles, esposas devotas y fervientes que lo repararán con amorosa ternura, sufriendo al verlo así, odiado por sus ingratos hermanos, los pecadores, cuyos corazones parecerán ya no ser humanos. Rezarán por ellos y harán grandes penitencias de todo tipo; otras, llevarán la pesada cruz de la enfermedad con la cual Dios labra a sus almas elegidas, y con ello desagraviarán tantos crímenes y sacrilegios cometidos en el mundo. Mientras, el astuto demonio intentará impedirlo, poniendo en la imaginación de mis sufrientes hijas, ideas de desesperación con la intención de hacerlas perder los méritos que han ganado.

     "Es ese tiempo ya serás conocida, así como los favores que te he dispensado. ¡Cuánto amo a las felices moradoras de este recinto sagrado! Y junto con ese conocimiento vendrá también el amor y la devoción a mi Sagrada Imagen, que te ordeno hoy, terminantemente, mandes a elaborar, y que debe ser entalladada tal como me ves y colocada en la silla de la abadesa, para que desde allí Yo gobierne y dirija a mis hijas y sustente éste mi monasterio, pues Satanás, valiéndose de buenos y malos, emprenderá dura batalla para destruirlo.

     "Esta batalla alcanzará su etapa más aguda cuando algunas religiosas incautas, que, bajo la apariencia de virtud y celo mal intencionado, minarán la existencia de su madre, la Vida Religiosa, que las cobijó en su pecho. Asumirán sobre sí inmensas responsabilidades que por compasión divina, sólo el fuego del Purgatorio podrá  purificar.

     "¡Todas estas almas deberían temblar al enterarse de esto! Y cayendo en sí mismas, deberán luchar para reformar su convento, reformándose primero ellas mismas. Sobre todo, deben tener una caridad heroica, guardando cuidadosa y amorosamente en sus corazones las debilidades que descubrieren en sus hermanas. Sin esta caridad divina no puede existir una sola virtud, ya que la caridad y la profunda humildad son el único fundamento sólido de la perfección religiosa. Sin eso, sólo puede haber una simulación de virtud, dejando a la vista la putrefacción de las almas.

     "Dado que esta pobre patria carecerá del espíritu cristiano, el Sacramento de la Extremaunción será poco valorado. Muchas personas morirán sin recibirlo —ya sea por la negligencia de sus familias o por un afecto mal concebido hacia sus enfermos. Otros también, por rebelarse contra el espíritu de la Iglesia e incitados por el maldito demonio—,  privando a las almas de innumerables gracias, consuelos y de la fuerza que necesitan para dar ese gran salto del tiempo a la eternidad. Pero algunas personas morirán sin recibirlo debido a los justos y secretos castigos de Dios.

     "En cuanto al Sacramento del Matrimonio, que simboliza la unión de Cristo con su Iglesia, será atacado y profanado en toda la extensión de la palabra. La masonería, que entonces reinará, impondrá leyes inicuas con el objetivo de extinguir ese sacramento, facilitando a todos vivir en pecado y alentando la procreación de niños ilegítimos nacidos sin la bendición de la Iglesia. El espíritu cristiano decaerá rápidamente; se apagará la luz preciosa de la fe hasta llegar a una casi total y general corrupción de las costumbres. A esto se sumarán los efectos de la educación secular, que será una de las razones de la escasez de vocaciones sacerdotales y religiosas.

     "El sacramento del Sagrado Orden Sacerdotal será ridiculizado, oprimido y despreciado, porque en este sacramento, la Iglesia de Dios e incluso Dios mismo es despreciado, ya que está representado en sus sacerdotes. El demonio tratará de perseguir a los ministros del Señor de todas las formas posibles; trabajará con cruel y sutil astucia para desviarlos del espíritu de su vocación y corromperá a muchos de ellos. Estos, que así escandalizarán al pueblo cristiano, harán recaer sobre todos los sacerdotes el odio de los malos cristianos y de los enemigos de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Con este aparente triunfo de Satanás, atraerán enormes sufrimientos a los buenos pastores de la Iglesia y al Pastor Supremo y Vicario de Cristo en la Tierra, quien, prisionero en el Vaticano, derramará lágrimas secretas y amargas en la presencia de su Dios y Señor, suplicando luz, santidad y perfección para todo el clero del mundo, de quien es Rey y Padre.



     "Además, en esos infelices tiempos, habrá un lujo desenfrenado que, por ser lazo de pecado para con los demás, conquistará innumerables almas frívolas y las perderá. Casi no se encontrará inocencia en los niños, ni pudor en las mujeres. Y en esa suprema necesidad de la Iglesia, se callará aquél a quién a tiempo, le competerá hablar".


Notas:

Plinio Corrêa de Oliveira, libro Revolución y Contra Revolución, 1959

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