La traición de Judas. Giotto di Bondone |
El Beato Francisco Palau y Quer, O.C.D., fue un sacerdote, escritor, polemista y exorcista carmelita español del siglo XIX, -1811-1872-.
Autor de varios libros, creó y fue el editor principal del semanario "El Ermitaño", donde publicó sus reflexiones sobre el presente y el futuro de la Iglesia.
Sus escritos destacan por sus luces proféticas, utilizando para ello muchas figuras y símbolos.
Sus previsiones impresionan por su agudeza y variedad de panoramas. Varias de ellas hablan a respecto de la marcha del mundo rumbo a la disolución social y el establecimiento de un pseudo-orden caótico como fruto de una conspiración anticristiana.
El beato se preguntaba si detrás de dicha confabulación no había alguna inteligencia forzosamente diabólica.
¡Sí!, se respondía a sí mismo. Por detrás estaba el propio Lucifer, quien así como sedujo a un tercio de los ángeles en el Cielo, se apoderó del corazón de una serie de hombres claves en la Tierra, y una vez más izó la bandera de la rebelión.
Ese nuevo Non serviam ("No serviré") es la gran causa de las crisis en el mundo, concluía, y tenía un nombre: "Revolución".
"¿Qué es la revolución? – explicaba – Es la repetición en la tierra de lo mismo que sucedió en el Cielo cuando Dios creó a los ángeles: Satanás (...) sedujo a los reyes y gobiernos de la tierra, y con la bandera al viento, dirige sus ejércitos en la guerra contra Dios, (...) esto es revolución, es la anarquía entre los hombres y la guerra contra Dios". ("Triunfo de la Cruz", El Ermitaño, Nº 125, 30-3-1871).
"Satanás es el padre de la revolución; es su obra iniciada en el Cielo, y que se viene perpetuando entre los hombres de generación en generación.
"Seis mil años después, él tuvo por primera vez, la osadía de proclamar delante del Cielo y de la Tierra su verdadero y satánico nombre ¡revolución!
"La Revolución, a ejemplo del demonio, tiene como lema la famosa frase: ¡No obedeceré! Satánica en su esencia, ella aspira a derribar todas las autoridades y su objetivo final es la destrucción total del reino de Jesucristo en la tierra". ("Adentros del catolicismo – abominaciones predichas por Daniel profeta en el lugar santo: Apostasía", El Ermitaño, Nº 21, 25-3-1869).
Para el P. Palau, la Revolución es la realización de los avisos contenidos en las Sagradas Escrituras relativos a la apostasía de los últimos tiempos. El análisis racional, tranquilo y vigoroso de los sucesos socio-políticos le confirmaba esta convicción.
Bienaventurado Francisco Palau. O.C.D.
El bienaventurado sustentaba que el conocimiento de la Revolución es la clave para descifrar el acontecer moderno. Si no se considera la realidad a la luz de ella, decía, se pierde la noción de lo que sucede.
Conspiración de Claudius Civilis. Rembrandt (1606 - 1669), Nationalmuseum, Estocolmo
Las asociaciones más o menos secretas se habían diseminado y articulado ampliamente en la sociedad civil y a partir de ella se habían introducido en la esfera eclesiástica.
En una conversación figurada del personaje principal de su periódico – "El Ermitaño" – con el proprio Dios, a respecto del Concilio Vaticano I, que tantos beneficios había otorgado a la Iglesia, el B. Palau pone en los labios del Divino Creador la siguiente explicación:
"Por causa de la corrupción de costumbres [Satanás] se introdujo en el Sancta Sanctorum, y mientras dirige a todos los reyes y poderes políticos de la tierra en su guerra en mi contra desde el exterior de la Ciudad Santa, en su interior paraliza mi acción, entorpece mis empresas, y frustra mis proyectos" ("Roma vista desde la cima del monte", El Ermitaño, Nº 58, 9-12-1869).
Entre los instrumentos de esta ofensiva interna contra la Iglesia, él identificaba a unos extraños "sacerdotes" del demonio:
"Algunos de estos hombres y mujeres exhiben una virtud religiosa aparente, se confiesan, oyen misa, comulgan con frecuencia, pero ¿qué hay en el fondo de ellos? ¡Horror!
"Cogen las formas eucarísticas y se las llevan a casa, y las presentan en sesiones satánicas para luego pisotearlas. Esos son los Judas dentro mismo del santuario que los demonios introdujeron en el local en donde no tienen derecho, y llenaron de abominaciones el Templo de Dios". ("El maleficio", El Ermitaño, Nº 103, 27-10-1870).
"Sustentado por poderes que se titulan de católicos, pero que desde adentro mismo del santuario nos hacen la guerra, una guerra atroz, la más peligrosa que ha tenido que enfrentar la Iglesia. (...)
(...) "porque al enemigo le conviene combatirnos desde el interior de la fortaleza, y por eso él usa vestimenta y nombre de católico, y con esa apariencia se presentan en ciertos actos religiosos, para fascinar a las multitudes y crear confusión hasta en el Cielo". ("Campamento de epidemia en Vallcarca", El Ermitaño, Nº 99, 29-9-1870).
En 1968, S.S. Pablo VI afirmó que "la humareda de Satanás entró en el lugar sagrado". Cien años antes, el B. Palau ya denunciaba con horror esta infiltración en la Iglesia. (Discurso al Pontificio Seminario Lombardo, 7-12-68, Insegnamenti di Paolo VI, Tipografia Poliglotta Vaticana, 1968, vol. VI, p. 1188; e Homilía "Resistite Fortes in fide", 29-6-1972, ibid., 1972, vol. X, p. 707).
La misteriosa estirpe espiritual de Judas
En numerosas ocasiones, el beato alude a la existencia de un "Judas" enquistado en la Iglesia.
Recordemos lo que el Evangelio nos dice a respecto del traidor:
"Estando todavía hablando —Jesús a sus Apóstoles—, llega Judas Iscariote, uno de los doce, acompañado de mucha gente, armada con espadas y con garrotes" (Mc. 14, 43).
Los guardias no sabían distinguir a Nuestro Señor de Santiago el Mayor quien mucho se le parecía, por lo que necesitaban a alguien que lo señalara inequívocamente para poder arrestarlo.
Para ello, Judas acordó con los fariseos entregar a Nuestro Señor por el precio de 30 monedas de plata, y para que lo reconozcan la señal dispuesta sería besarlo.
Nuestro Señor llamó la atención de Judas para que mida la enormidad de su ignominia. Nada podría ser más infame que esa traición, producto del odio que Judas le tenía. Había fingido ser amigo de Nuestro Señor para realizar la peor acción posible, por lo que el mal se multiplicó por el mal, haciendo particularmente repulsivo su acto de traición.
Cuando Judas se acercó a Jesús para besarlo, Él le dijo: "Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del Hombre?", permitiendo entonces que lo besara, consumándose la mayor traición de la historia, por lo que el nombre de Judas se convertiría en sinónimo del grado máximo de infamia.
Aludiendo dicha raza del mal, el beato carmelita no se refería a un individuo en particular, sino a una especie de linaje espiritual que a lo largo de los siglos actúa desde adentro en contra de la Iglesia.
Para el B. Palau, dicha raza se manifestó abiertamente en ciertos herejes, pero mayormente actuó en secreto, desapercibida para la mayor parte del clero y de los fieles.
¿En qué consiste esta raza funesta? ¿Cómo se infiltró en la Iglesia sacrosanta? ¿Cómo puede permanecer dentro de Ella? ¿Cómo actúa? ¿Qué la distingue particularmente?
El bienaventurado no abundó en pormenores de carácter histórico, sin embargo, vio que a lo largo de los siglos siempre han existido maniobras diabólicas de las que la Revolución se ha valido para infiltrar agentes y organizarlos dentro de la Iglesia.
El primer instrumento fue el mismo Judas Iscariote, quien da el nombre a esta raza del mal. Pero Iscariote acabó denunciándose a sí mismo cuando vendió el Cordero Inmaculado al Sanedrín.
Pocos años después, aún en los tiempos apostólicos, este filón de perdición ejercía ya su accionar maligno. Es lo que sugiere la primera epístola de San Juan:
"Muchos se han hecho anticristos, por lo cual conocemos que ésta es la hora postrera. De nosotros han salido, pero no eran de los nuestros.
"Si de los nuestros fueran, hubieran permanecido con nosotros, pero así se ha hecho manifiesto que no todos son de los nuestros" (I Jn, II, 18-19). El Apóstol amado añade que "el espíritu del Anticristo del cual has escuchado, ya se encuentra en el mundo" (I Jn, IV, III).
Los Hechos de los Apóstoles narran la historia de Simón el Mago, a quien San Ireneo lo califica como el padre de los gnósticos. Él intentó comprar a los Apóstoles el poder de comunicar el Espíritu Santo – dando origen al término simonía – y tuvo un importante papel en la historia de las primeras herejías (cfr. Act, VIII, 9-24). ("Adversus Hereses", libro I, cap. 23).
Simón el Mago subía a los cielos y San Pedro (de rodillas) hizo que cayera en picada al suelo en presencia del emperador Nerón (en el trono). San Juan hace la señal de la Cruz. Bennozo Gozzoli |
Es a esta estirpe de Judas, a quien el bienaventurado atribuye la gestación de los errores y de los desórdenes en la Iglesia:
"Judas y el diablo se convinieron contra Cristo, pero los dos fueron arrojados del colegio apostólico. (...)
"El diablo buscó entonces puertas para entrar en el seno del catolicismo, y las encontró en los herejes. Se la abrieron los mismos cristianos, quienes les entregaron las llaves de la incredulidad y de la corrupción de doctrinas.
"Ahora él está dentro. ¿Queréis verlo? Entrad, y ¿qué veréis? Veréis a hombres que se titulan católicos, pero blasfeman como demonios, y persiguen con furor al catolicismo. (...)
"Veréis al diablo dentro del mismo santuario, desafiando la omnipotencia de Dios con blasfemias proferidas desde sus altares.
"Veréis en el pueblo católico las abominaciones predichas por Daniel el profeta. Veréis el anticristianismo instalado en el poder. Veréis que el diablo se introdujo en el lugar sagrado, y corrompe, pervierte, tienta, prueba". ("El suicidio", El Ermitaño, Nº 87, 7-7-1870).
Máscara mortuoria de Martín Lutero
El Beato pone en la boca de un demonio las siguientes palabras, a respecto del plan de acción de este linaje de herejes:
"Nuestra obra, que con tanto cuidado la urdimos desde Judas el traidor hasta esta fecha, encubriendo nuestro plan con el que la concebimos, y que con sumo placer la vemos consumada en la apostasía de todas las naciones". ("Un misterio de iniquidad", El Ermitaño, Nº 111, 22-12-1870).
Dicho plan – según la profética previsión del fraile carmelita – crecería hasta alcanzar su plenitud, permitido misteriosamente por Dios:
"Ermitaño, (...) escucha: deja que el diablo y el impío completen el misterio de iniquidad que se inició dentro del mismo santuario con Judas el traidor". ("Adentros del catolicismo", El Ermitaño, Nº 21, 25-3-1869).
Contra esta pérfida raza lucharon los grandes santos de la Iglesia, sin nunca haber logrado extirparla completamente.
San Pío X, en la célebre encíclica "Pascendi" del 8 de septiembre de 1907, condenó con lujo de detalles, la actividad de los herejes modernistas, antecesores de los actuales progresistas.Papa San Pío X
La descripción de la conjuración modernista hecha por el Santo Pontífice concuerda admirablemente con la idea que el B. Palau se había formado de esta sibilina estirpe de Iscariote:
"Hoy no es menester ya ir a buscar los fautores de errores entre los enemigos declarados: se ocultan, y ello es objeto de grandísimo dolor y angustia, en el seno y gremio mismo de la Iglesia, siendo enemigos tanto más perjudiciales cuanto lo son menos declarados.
"Hablamos, venerables hermanos, de un gran número de católicos seglares y, lo que es aún más deplorable, hasta de sacerdotes, los cuales, so pretexto de amor a la Iglesia, faltos en absoluto de conocimientos serios en filosofía y teología, e impregnados, por lo contrario, hasta la médula de los huesos, con venenosos errores bebidos en los escritos de los adversarios del catolicismo, se presentan, con desprecio de toda modestia, como restauradores de la Iglesia, y en apretada falange asaltan con audacia todo cuanto hay de más sagrado en la obra de Jesucristo, sin respetar ni aun la propia persona del divino Redentor, que con sacrílega temeridad rebajan a la categoría de puro y simple hombre.
"Tales hombres se extrañan de verse colocados por Nos entre los enemigos de la Iglesia. Pero no se extrañará de ello nadie que, prescindiendo de las intenciones, reservadas al juicio de Dios, conozca sus doctrinas y su manera de hablar y obrar. Son seguramente enemigos de la Iglesia, y no se apartará de lo verdadero quien dijere que ésta no los ha tenido peores. Porque, en efecto, como ya hemos dicho, ellos traman la ruina de la Iglesia, no desde fuera, sino desde dentro: en nuestros días, el peligro está casi en las entrañas mismas de la Iglesia y en sus mismas venas; y el daño producido por tales enemigos es tanto más inevitable cuanto más a fondo conocen a la Iglesia.
"Añádase que han aplicado la segur no a las ramas, ni tampoco a débiles renuevos, sino a la raíz misma; esto es, a la fe y a sus fibras más profundas.
"Mas una vez herida esa raíz de vida inmortal, se empeñan en que circule el virus por todo el árbol, y en tales proporciones que no hay parte alguna de la fe católica donde no pongan su mano, ninguna que no se esfuercen por corromper. Y mientras persiguen por mil caminos su nefasto designio, su táctica es la más insidiosa y pérfida. Amalgamando en sus personas al racionalista y al católico, lo hacen con habilidad tan refinada, que fácilmente sorprenden a los incautos. Por otra parte, por su gran temeridad, no hay linaje de consecuencias que les haga retroceder o, más bien, que no sostengan con obstinación y audacia.
"Juntan a esto, y es lo más a propósito para engañar, una vida llena de actividad, constancia y ardor singulares hacia todo género de estudios, aspirando a granjearse la estimación pública por sus costumbres, con frecuencia intachables.
Finalmente, y es esto lo que hace desvanecer toda esperanza de cura, sus mismas doctrinas son formadas en una escuela de desprecio a toda autoridad y a todo freno; y, confiados en una consciencia falsa, se eluden de que es amor de verdad lo que no pasa de soberbia y obstinación”. (São Pio X, Encíclica "Pascendi Dominici Gregis").
Terminado el presente artículo, pedimos a Nuestra Señora de los Dolores y a todos los santos, especialmente a los que como el Beato Francisco Palau lucharon en defensa de la Iglesia, que sus enemigos sean finalmente vencidos, a la espera muy confiados, de la nueva época en la que la Esposa Mística de Cristo recuperará magníficamente su esplendor, esto es, en el Reino de María, profetizado por Nuestra Señora en Fátima.
— Ut inimicus sanctae Mater Ecclessiae humiliare digneris,
te rogamus audi nos.
— Para que te dignes vencer a los enemigos de la Santa Madre Iglesia, te rogamos óyenos.
Fuente:
El presente artículo fue elaborado con información tomada de catolicismo.com.br y aparicaodelasalette.blogspot.com
Muy bueno. Para reflexionar
ResponderEliminar