Beato Hermann Contractus |
Salve Regína, Mater misericordia, vita, dulcedo et spes nostra salve.
¡Cuántas veces, proferida a cada momento por labios piadosos en todas partes, sube al Cielo la oración Salve Reina, Madre de misericordia, vida, dulzura, esperanza nuestra!
Pero, ¿conoce Usted su origen?
¿Sabía que dicha oración fue adoptada específicamente como un canto de guerra por los cruzados que marchaban rumbo a Jerusalén para defender el Santo Sepulcro?
Compartimos a continuación el origen de esta maravillosa oración.
El 18 de julio de 1013 nació en Altshausen, Alemania, Hermann Contractus, —el Hermano Contraído o Lisiado—, un niño deforme, incapaz de caminar o de moverse, en consecuencia, incapacitado para realizar cualquier actividad.
En la actualidad el aborto es el resultado de toda serie de pretextos, especialmente cuando el feto presenta anomalías congénitas que se consideran incurables.
Entonces, ¿Qué sucede con un niño tetrapléjico, con las extremidades y el tronco completamente paralizados? En nuestros días, ¿Qué madre tiene el valor y la fe suficientes para permitirle nacer?
Ante condiciones tan desfavorables y. sin saber cómo sobrellevar la situación con su hijo, los padres de Hermann resolvieron entregarlo a la edad de siete años al cuidado de los monjes benedictinos del monasterio de Reichenau, en la isla del mismo nombre, en el lago Constanza, Alemania, en donde tenían un orfanato para niños.
Monasterio de Reichenau, Alemania |
En aquella época de fe, los monjes vieron en el infeliz Hermann a una criatura de Dios por lo que lo recibieron con compasión y amor.
El sitio español Religión en libertad, del cual fue extraída esta materia, comenta:
"En cualquier civilización no cristiana, de cualquier tiempo y latitud, una persona como Hermann habría sido eliminada, o no habría nacido, alegando motivos relativistas como el de las dramáticas condiciones de dolor físico que llegó a padecer, sin embargo sus padres por un lado, jamás pensaron en quitarle la vida, y los monjes de Reichenau por otro, decidieron acogerlo".
La profunda fe de Hermann lo llevó a aceptar con espíritu sobrenatural la misión que la Providencia le había reservado, sabiendo dar sentido a su existencia a pesar de las dificultades cotidianas derivadas del dolor físico que le causaba continuos sufrimientos.
Se podría pensar que su sufrimiento era causa de amargura y de rebeldía. Por lo contrario, su personalidad era alegre, afable, mansa, humilde y accesible; en fin, era feliz en medio de todas sus limitaciones.
Cuando los monjes comenzaron a enseñarle las primeras letras, se dieron cuenta de que Herman tenía una inteligencia muy por encima de lo normal, que lo llevó a aprender, a leer y a escribir con facilidad.
Aprendió latín, griego y árabe y se volvió experto en varias ciencias. Se hizo monje a la edad de veinte años y pasó el resto de su vida en la Abadía que lo había acogido.
El beato Hermann Contractus en su silla de tetrapléjico |
Con el ánimo de ayudarlo y poder trasladarlo a cualquier lugar. los bondadosos monjes elaboraron una silla transportable en la que empero, tenía que permanecer en una misma posición en todo momento ya que cualquier movimiento le causaba dolor.
Las limitaciones de Hermann no le impidieron escribir numerosos libros, entre ellos el Chronicon, donde recopiló por primera vez los acontecimientos desde el nacimiento de Cristo hasta la época en que vivió; dichos datos habían quedado dispersos en varias crónicas, por lo que los ordenó según los años de la era cristiana. Uno de sus discípulos, Bertoldo de Reichenau, continuó el trabajo.
Escribió también obras espirituales dedicadas a sacerdotes y religiosas, tratados sobre la ciencia de la música, diversos trabajos sobre geometría y aritmética, las hazañas de Conrado II y Enrique III y compuso el Oficio litúrgico de algunos santos (San Gregorio Magno, Santa Afra de Augusta, Santos Gordiano y Epímaco y Wolfgang de Regensburg).
Además, escribió secuencias sobre la Virgen María, la Santa Cruz y la Pascua.
Al final de su vida quedó ciego, pero eso no le impidió escribir himnos religiosos, tanto con letra como con música, entre los cuales el más conocido es la sublime antífona Salve Regina.
Compuso también la letra y la música del himno Alma Redemptoris Mater, que al escucharla produce una profunda emoción a toda alma bien formada.
"Con el verso de la Salve, 'gementes et flentes in hac lacrimarum Valle' (gimiendo y llorando en este valle de lágrimas), Hermann —comenta Religión en libertad— quiso referirse al sufrimiento que le causaba su propia condición física.
"Es increíble que uno de los pocos himnos que sobrevivieron a la reforma litúrgica posconciliar, y que todavía se canta en las iglesias desde hace más de mil años, haya sido compuesto precisamente por un tetrapléjico, un discapacitado, una persona que la mentalidad actual definiría como 'indigno de vivir', aún más: un 'indigno de nacer', y que, con toda probabilidad, en la sociedad actual, sería abortado.
"El hecho de que la Salve Regina se siga seguido cantando más de un milenio después, parece realmente un regalo de Dios".
Unos años más tarde, el célebre abad de Claraval, San Bernardo, al oír esta dulce antífona mientras entraba en la catedral de Speyer, Alemania, se arrodilló tres veces, exclamando en cada genuflexión: Ó clemens, Ó pia, ó dulcis ¡Virgo María! Estas exclamaciones se añadieron a la oración Salve Regina, completándola como con llave de oro.
El beato Hermann y su obra sublime, la Salve |
Es digno de resaltar finalmente, que el campo en el que Hermann más reveló la grandeza de su genio fue la astronomía.
Suyos son dos de los tratados más importantes sobre el astrolabio, el de Mensura Astrolai y el de Utilitatibus Astrolabii, con instrucciones para construir dicho aparato, en su momento una gran novedad en Europa.
Estas obras le valieron el epíteto de Prodigium saeculi (milagro del siglo). Su fama hizo que el emperador san Enrique III y el Papa León IX lo visitaran en el monasterio de Reichenau.
Este santo y sufriente genio entregó su bella alma a su Creador el 24 de septiembre de 1054, con apenas 41 años de edad.
Su fiel discípulo Bertoldo describe así sus últimos días:
"Cuando finalmente la bondad amorosa del Señor se dignó liberar su santa alma de la tediosa prisión del mundo, tuvo una pleuresía y sufrió grandes dolores durante diez días.
"En su lecho de muerte, Hermann consoló a su discípulo, que lo observaba con tristeza, con estas últimas palabras:
"No llores por mí amigo mío. Siéntete feliz y contento con mi destino.
"Piensa todos los días que tú también tendrás que morir y esfuérzate por estar siempre preparado para esta eventualidad, y reflexiona sobre tu último viaje, porque no sabes la hora ni el día en que seguirás a tu queridísimo amigo Hermann’. Diciendo esto, expiró", luego de haber recibido la Sagrada Eucaristía.
Aunque fue inmediatamente venerado como santo, el culto a Hermann Contractus sólo fue oficialmente confirmado por la Iglesia en 1863, cuando fue beatificado por el inmortal Papa Pio IX.
Artículo de autoría de Plinio Maria Solimeo, de la Agência Boa Imprensa - ABIM, São Paulo, y traducido por este blogg.
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