Iniciativa Apostólica
El Inmaculado Corazón de María triunfará





     Porque no hace nada el Señor Dios sin revelar su designio a sus siervos los profetas (Amós 3:7).

     A lo largo de la historia de la Iglesia, la Santísima Virgen ha ejercido su solicitud maternal en una infinidad de maneras. En la era contemporánea se  destacan dos apariciones, debidamente aprobadas por la autoridad eclesiástica.

     Una fue en Francia, en 1846, en La Salette, localidad de las estribaciones alpinas, a los pastorcitos Melanie Calvat y Maximin Giraud.  Monseñor Brouillard, obispo de Grenoble, la aprobó a los tres años. En 1851 fue oficialmente aprobada por el Papa Beato Pío IX, quien la defendió contra sus impugnadores.

     La segunda es conocida por la casi generalidad de los católicos practicantes. Se trata de las apariciones de la Virgen en Fátima, en 1917, a los pequeños pastores Lucía, Francisco y Jacinta, en seis ocasiones, de mayo a octubre. Fueron aprobadas por el obispo de Leiría y refrendadas incontables veces por alocuciones e, incluso, visitas papales.

     El tema central de las dos apariciones es el mismo: la impiedad creciente de la humanidad (proliferación del pecado y abandono de la Fe); pedido ingente de oración y penitencia (reforma de vida); y la amenaza de un castigo formidable si la humanidad no se convierte.

     En Ecuador tenemos el singular privilegio de varias apariciones de la Virgen a la Madre Mariana de Jesús Torres, en la que se identificó como María del Buen Suceso, advirtiendo de lo mismo con dos siglos y medio de antelación, entre 1594 y 1634.

     En La Salette, María Santísima habló de una completa derrota futura del mal y de la restauración plena de la Iglesia y de la civilización cristiana. En Fátima indicó lo mismo, al afirmar: "Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará". 

     En nuestra nación, Ella ya había hecho revelaciones en el mismo sentido:

     "…cundirán en estas tierras, entonces república libre, varias herejías. Se apagará la luz preciosa de la Fe en las almas por la total corrupción de las costumbres".

     "…en esos tiempos estará la atmósfera repleta del espíritu de impureza, el que, a manera de un mar inmundo, correrá por calles, plazas y sitios públicos".

     ".... Se apoderará de estas tierras el maldito Satanás, que todo lo conseguirá por medio de tanta gente extranjera sin Fe... [Esas son sus llanas palabras. Señalamos que no se trata de una alusión a ninguna nacionalidad específica.]  Con esa gente entrarán todos los vicios, que atraerán, a su vez, toda suerte de castigos, como la peste, el hambre y la apostasía...”   La Virgen agrega que, como purificación, “habrá una guerra formidable y espantosa... ...humanamente el mal parecerá triunfar".

     "Para poner a prueba en los justos esta fe y confianza, llegarán momentos en los cuales, al parecer, todo estará perdido y paralizado; y entonces será feliz principio de la restauración completa… Es llegada mi hora, en la que Yo, de una manera asombrosa, destronaré al soberbio Satanás, poniéndolo bajo mi planta y encadenándolo en el abismo infernal, dejando por fin libres a la Iglesia y a la Patria de esa cruel tiranía”.

     De forma similar a las apariciones de La Salette y Fátima, las apariciones de María Santísima del Buen Suceso cuentan con importante anuencia eclesiástica. Monseñor Salvador de Rivera, quinto obispo de Quito, creyó en el pedido de la Virgen que fuese tallada su imagen y que fuese él quien la bendijera y entronizara sobre la silla de la Abadesa en el Coro Alto del Monasterio de la Inmaculada Concepción de Quito; y tanto a él como a su sucesor, Mons. Pedro de Oviedo, la Madre Mariana daba cuenta de su alma y experiencias místicas. También confirió un trascendental realce la Coronación Canónica efectuada el 2 de febrero de 1991 por Mons. Antonio González, lo que redunda en una tácita autenticación de las apariciones por parte del Vaticano, ya que la autorización para las coronaciones canónicas es otorgada por la más alta instancia de la Iglesia universal (coronación canónica es el término eclesiástico equivalente a coronación oficial).

     Con la elaboración de la imagen, la Virgen quiso perennizar las apariciones y ser venerada de modo visible como perpetua Abadesa del convento. La misma Santísima Virgen pidió que el maestro Francisco del Castillo la tallara, pero el acabado final del rostro fue por intervención milagrosa de los tres Arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael. 

     La Virgen también profetizó que la futura República del Ecuador sería consagrada al Sagrado Corazón de su Hijo por un presidente “de veras católico” que sería martirizado "en la misma plaza donde queda mi convento", evidente alusión a don Gabriel García Moreno.  Dijo que esa consagración garantizaría la conservación de la Fe en medio de la desolación futura.

     Hace cuarenta años, el insigne líder católico brasileño Plinio Corrêa de Oliveira alentó la difusión de la devoción a Nuestra Señora del Buen Suceso en el propio Ecuador y en todo el mundo. Los ecuatorianos debemos intensificar esa difusión en todo nuestro territorio, confiados en el pronto triunfo de su Corazón Inmaculado. 

     Si escucharais hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones (Salmo 95: 7-8).



Bolívar Plaza Illingworth

Lea aquí trechos del presente artículo publicados hoy, 2 de febrero del 2020, por Diario El Universo

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