Iniciativa Apostólica
El Inmaculado Corazón de María triunfará

 





Quienes debían sembrar buen trigo terminaron sembrando cizaña

     En cierta ocasión el Che Guevara declaró que "el día que los indios despierten en América, será la revolución más grande de todo el mundo".
     En Ecuador, esa revolución estalló en 1990, suscitando graves aprehensiones en amplios e importantes sectores del País, debido a la virulencia nefasta y a los propósitos demoledores que animaron al movimiento subversivo indigenista, destinados no sólo a establecer el colectivismo agrario, sino a demoler la estructura misma del Estado, estimulando para ello la rebelión de los sectores supuestamente "marginados" como el indigenado, sirviéndose para esto de diversos pretextos de índole racial, social, sindical, moral o cultural. Y para conmover al país con el impacto de un movimiento que comenzaba a enarbolar la bandera de la lucha de clases (n.d.n.r.: el movimiento indígena adoptó la bandera con los colores del arcoíris) era preciso que tal movimiento contase con el patrocinio a gran escala del clero izquierdista.
     El 28 de mayo de 1990, la opinión pública ecuatoriana fue sacudida con la noticia chocante de la ocupación de la Iglesia de Santo Domingo, en Quito, por un grupo de indígenas de la Sierra, quienes se atrincheraron durante once días en el templo, en una acción al mismo tiempo, simbólica y elocuente.
     Simbólica porque ni siquiera la Presencia augusta del Santísimo Sacramento, había detenido a los ocupantes en su búsqueda de fines tácticos y propagandísticos. Y elocuente, porque, a no ser por el "dejar hacer y dejar pasar" de algunos quienes tenían a su cargo dicha iglesia, tal escandalosa ocupación difícilmente habría sido realizada, o al menos, con mucha dificultad.


El 28 de mayo de 1990, cientos de indígenas se tomaron la Iglesia de Santo Domingo, en Quito.

     Por tanto, el patrocinio religioso al movimiento rebelde tendría gran importancia, no sólo para preparar la ocupación del templo de los dominicos, sino también para manipular a los indígenas y para brindarles el apoyo ideológico necesario ante una eventual cristalización de la opinión católica.     Fue igualmente necesario no descuidar los aspectos operativos del lance revolucionario, y para ello estaban los expertos en preparaciones clandestinas, en ocupaciones violentas y en enfrentamientos con la fuerza pública: Alfaro Vive, ya en ese entonces, en vías de extinción, y otros grupos sediciosos hicieron su correspondiente trabajo.

     Con la ocupación de la iglesia dominica, y gracias a la debilidad complaciente del gobierno socialista de Rodrigo Borja Cevallos, a la mediación de los obispos de Quito y de Riobamba, y a la "Misa del Triunfo", celebrada por el obispo de Riobamba, Mons. Corral, en apoyo a los invasores, se dio comienzo en el mes de junio, al Levantamiento indígena. Puede decirse, en consecuencia — y así lo registró la Historia que nadie puede negar — que, con la Sangre preciosísima de Nuestro Señor Jesucristo, fue sellado el proceso destinado a establecer, por un lado, un régimen de vida tribal y autogestionario, anhelado por Marx y sus adeptos, y por otro, un Estado plurinacional, confiriéndoles a las varias tribus indígenas la categoría de nacionalidades, esto es, la existencia inaceptable de muchos Estados dentro del propio Estado. 

La denominada "Misa del Triunfo" celebrada para apoyar el Primer Levantamiento Indígena.


     El tiempo ha demostrado la dura realidad: una decena de nacionalidades indígenas discrepantes con el Gobierno de turno, excepto con el del socialista Rafael Correa, y algunas veces hostiles entre sí mismas.     El Ecuador, como nación, ha venido siendo gradual y casi inadvertidamente, sustituido por esa decena de tribus, crecientes en su fuerza en detrimento del poder gubernamental, y fácilmente manejadas, por manos inescrupulosas, incluso extranjeras, con fachada indigenista.
     Con la invasión a la iglesia de Santo Domingo, el movimiento indígena manifestó de inicio y públicamente, su lucha racial, animados dentro del templo por las numerosas Misas festivas celebradas durante la ocupación por los RR. PP. dominicos, y acompañadas de conocidos cánticos típicos de la subversión eclesiástica latinoamericana.
A fines del siglo XX. religiosos adeptos a la Teología de la Liberación incitaron a una revolución total

Encuentro internacional de indígenas en julio de 1990. De izquierda a derecha: Luis Vargas, Presidente de la COFENAIE, Alfredo Vera Arrata, Ministro de Educación en el Gobierno de Rodrigo Borja, un representante del MPD, y el Embajador de Cuba en Ecuador.

     "Nada malo se hace de repente", dice un proverbio. Al estallar, el Levantamiento indígena usó como slogan la frase "1992, ni una hacienda más en el Ecuador". Pero este estallido no fue repentino. Su germinación venía de años atrás. La agitación rural del clero subversivo fue un factor muy importante en la invasión de haciendas particulares. Muchas de ellas habían sido invadidas por campesinos indígenas o no, bajo la batuta visible o invisible de un párroco, de un misionero, o de un agente pastoral, y con la tolerancia o el estímulo de algún obispo. 
     Para incentivar las invasiones, la concientización a los campesinos por parte del clero de avanzada jugó un papel preponderante. Citamos a continuación, algunos ejemplos:

Monseñor Leonidas Proaño


     Hace unas décadas, quien fuera Obispo de Riobamba, Mons. Leonidas Proaño, declaró:      “Los indios de América —más de 40 millones— han comenzado a abrir los ojos y a tomar conciencia de sí mismos. Comenzaron a desatar su lengua, a recuperar la palabra y a hablar con fuerza. Comenzaron a ponerse de pie y a marchar. (...) Ellos consideran que la conmemoración de los 500 años del descubrimiento de América no puede ser objeto de festividades pomposas y triunfalistas, como pretenden los gobiernos y las Iglesias de España, de Europa y de América Latina”.     Sus palabras significaron la incitación a una revolución total mediante la movilización indígena:     “La única vía que les queda a los pueblos de América Latina para cambiar el llamado ‘orden establecido’ es una auténtica revolución (...) global, radical, rápida”.Voces clericales aplaudieron y auspiciaron hace más de treinta años el Primer Levantamiento indígena 
El clero de Machala      En el mismo sentido, en 1981, el conjunto de sacerdotes de Machala, El Oro, declaró, como muestra de solidaridad a la invasión de un terreno del Consejo Provincial, lo siguiente:     "Recordamos con nuestros Obispos la obligación... de participar en las luchas por los derechos del pueblo, formando parte de las organizaciones populares...".     La declaración fue luego incluida en la colección de las obras de los teólogos marxistas de la liberación, del Centro de Estudios y Publicaciones (CEP), del Perú.     "...Uniendo esfuerzo y decisión, lograremos algún día librarnos y librar a nuestros semejantes de la opresión y marginación que nos viene de parte de los poderosos...".El clero de Riobamba      Poco después del muy publicitado Levantamiento, y como muestra de apoyo al mismo, el clero de Riobamba, Chimborazo, con el obispo de dicha diócesis, Mons. Víctor Corral a la cabeza, emitió un comunicado, que, entre cosas, manifestaba lo siguiente:     "Nos alegramos con el hecho de que el movimiento campesino indígena resista, y que ahora, por primera vez unificadamente, avance en su esfuerzo por vencer a los poderes de la muerte y liberar así a la tierra madre (n.d.n.r.: la Pachamama) y a los que viven en ella".     Para el clero riobambeño, al menos el de esa época, "los poderes de la muerte" serían los propietarios rurales y las autoridades, y prosigue, sin ahorrar elogios al movimiento revolucionario, como que tratando de inhibir cualquier crítica proveniente de la opinión católica:     "Como iglesia diocesana, somos solidarios con todos los esfuerzos encaminados a rescatar la dignidad humana de la opresión y realizar la justicia, entendida en su sentido más radical y más rico".
El clero de Latacunga
     También en junio de 1990, sacerdotes, religiosos y religiosas que actuaban como agentes de Pastoral, acordaron expresar públicamente una declaración avalada por el Canciller de la Curia de Latacunga. quien firmó el documento publicado en un diario de la ciudad. Decían:
     "Los Agentes de Pastoral de la diócesis de Latacunga, nos alegramos que los indígenas hayan tomado la decisión histórica de levantar su voz y hacerse presente con la fuerza de su organización para reclamar sus derechos, por medio de sus planteamientos, muchos de los cuales creemos justos".

Mapa de las principales invasiones y conflictos de tierra en Ecuador, en 1990.

Un sacerdote riobambeño
     Un sacerdote anónimo, da un indicio de lo que sería la posición de la mayor parte del Clero de la diócesis de Riobamba delante del Levantamiento indígena y de las invasiones de propiedades rurales:
     "Entre los agentes de pastoral indígena hay quienes muestran simpatía con la consigna "1992, ni una hacienda más en el Ecuador".  Estamos de acuerdo de que no haya ningún patrón, ni ningún hacendado en 1992. Esto como aporte a los 500 años de Resistencia".
Importante sacerdote de Cuenca publica, con la anuencia del ex - arzobispo, desconcertante libro: 
"Tierra que arde, tierra que compromete".
     El libro, publicado en 1989, por la editora Abya-Yala, de los Padres Salesianos, y de autoría del P. Enrique Rosner, actuante en la Arquidiócesis de Cuenca, y con una elogiosa presentación suscrita por el ex - arzobispo de dicha ciudad, Fray Luis Alberto Luna Tobar, OCD, ampliamente conocido en el Ecuador y en el extranjero por sus auspicios a los adeptos de la Teología de la Liberación en sus versiones más radicales. A continuación, publicamos tan sólo un trecho para mostrar la preferencia del autor, —que no es cualquier autor, pues detenta una vocación especial— por la propiedad colectiva o comunitaria, en lugar de la privada:
     "Los primeros cristianos nos dejaron un ejemplo con su vida comunitaria, con su propiedad comunal, que sirve todavía como un modelo para la sociedad... Queda el ideal como imperativo, buscar la realización de esta opción de Jesús para la comunidad. Renace el ideal de la sociedad campesina: la igualdad".

El incentivo a la invasión de tierras a través de folletos de origen eclesiástico
     Pero para impulsar una revolución, cuya parte principal deban desempeñarla las turbas populares, no bastan sesudos libros. Será necesario hacer un trabajo sutil que influya en las convicciones y tendencias de las masas populares, sin que estas perciban que son manipuladas. Para ello, los impulsadores de la agitación indígena contaron con toda una serie de folletos con contenido religioso, pero con la consabida tónica subversiva de la Teología de la Liberación. Un buen ejemplo de esto, y que contó una vez más con una presentación del ya citado Mons. Luna Tobar, es el folleto "La Tierra", editado por el Centro de Educación y Capacitación del Campesino del Azuay (CECCA) de la Arquidiócesis de Cuenca, y que decía entre otras cosas:
     "Los campesinos se organizan y su combatividad agudiza los conflictos por medio de las invasiones y toma de tierras. Bajo esta modalidad organizada, muchos consiguieron su parcela.
     "¿Acaso creemos nosotros campesinos sin tierras o con muy poca tierra, que Dios es poderoso para ayudarnos a conseguir un reparto fraterno de la tierra, según ha sido su plan al crear el mundo?".
     Obviamente, además de incentivar la desesperanza en el Dios Todopoderoso, los trechos señalados no hacen objeción alguna a la lucha de clases, antes bien son una consideración de las invasiones como eficaces y comprensibles.


Un campesino crucificado en un banano y en un cacao. Es la forma frívola e irreverente sin la amorosa resignación de Nuestro Señor Jesucristo, con la que los teólogos de la liberación, consideran las verdades de fe, dando siempre un barniz religioso a cuestiones políticas o económicas.

Cantos que ayudaron a la concientización y movilización revolucionaria de los feligreses
     Con la finalidad de promover el igualitarismo y la lucha de clases, numerosos cantos de corte parcial o enteramente subversivo, fueron difundidos desde hace cuarenta años por organismos religiosos cuando no directamente por miembros del clero ecuatoriano, con la solidaridad de algunos señores obispos. Para no alargar mucho este artículo publicamos tan sólo dos como pruebas suficientes:
"Campos sembrados de llanto,
de injusticia y opresión,
ahora serán testigos
de una gran liberación:
los campesinos vienen con machetes y una hoz.
Manos de obreros traen herramientas por verdad. 
la historia les enseña que es camino de igualdad;
brazos en alto unidos siempre, siempre triunfarán..."
(Estrofa del canto "Cuando los pobres se alegran"extraído de un cancionero de la diócesis de Machala).
     Otro canto significativo se llamó "A desalambrar", claramente destinado a estimular las invasiones a las propiedades ajenas. Publicado en 1983 en el folleto "Año Santo, año de liberación", por la Parroquia Virgen de Fátima de Esmeraldas y el Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio, quien calificó a este y a otros cantos allí incluidos, de contenido "fiel a la línea bíblica y profética de Jesucristo":
"Yo pregunto a los presentes
si no se han puesto a pensar
que esta tierra es de nosotros
y no del que tenga más.
A DESALAMBRAR
A DESALAMBRAR
QUE LA TIERRA ES NUESTRA
ES TUYA Y DE AQUEL,
DE PEDRO Y MARÍA
DE JUAN Y JOSÉ.
Yo pregunto si en la tierra
nunca habrá pensado Usted,
que si las manos son nuestras
es nuestro lo que nos den.
Si molesto con mi canto
a alguno que ande por ahí,
le aseguro que es un gringo
o un dueño de este país".


El camino rumbo al estado de cosas tribal
     Las invasiones de haciendas antes y después del Levantamiento indígena, sólo fueron el punto de partida hacia un mundo nuevo y sorprendente, inspirado e impulsado por políticos y religiosos marxistas. Más allá del establecimiento próximo del colectivismo rural que se anunció a inicio de los años noventa, comenzó a ser levantada una bandera en la cual difusamente se distinguía el designio de ciertos sectores de instaurar para los indígenas, y en el fondo también para quienes no lo son, la miseria y el primitivismo como sistema de vida.
     Como para terminar de recolectar los frutos de lo sembrado y teniendo como finalidad la demolición del Estado ecuatoriano, fue necesaria la estimulación de los sectores supuestamente "marginados", y para ello la CONAIE logró transformar a la clase aborigen en privilegiada, pero no para favorecer sus necesidades sino para arrastrarla cada vez más al régimen primitivo del futuro, para así finalmente descomponer y destrozar al Ecuador.

     Entiéndase bien: la acción de la CONAIE no queda circunscrita únicamente a propiciar el caos en el campo y en las ciudades. Dicho caos desembocará algún día, si así lo permite la Providencia, en el camino en el cual se tendería a sustituir la moral católica y el Derecho, elaborado de algún modo bajo su inspiración - o sea, como expresión del Derecho Natural - por las creencias al mismo tiempo supersticiosas y simplistas, primarias y aberrantes, típicas de las etnias aborígenes antes del Descubrimiento de América.     Por tal camino, el país irá viendo, a medida que sea cada vez más indigenizado, las facultades de sus autoridades usurpadas por el hechicero o el cacique, la cultura reemplazada por el primitivismo, la jerarquía por la mediocridad nacida de la igualdad, la producción por el ocio, la medicina por el curanderismo, el consumo por la miseria, y la moralidad por la degradación.

     En 1977, Plinio Corrêa de Oliveira, advirtió con clarividencia en su libro Tribalismo Indígena. Ideal comuno-misionero para el Brasil del Siglo XXI: "El camino rumbo al estado de cosas tribal tiene que pasar por una extensión de los viejos cánones de reflexión, volición y sensibilidad individuales, gradualmente sustituidos por modos de pensamiento, de liberación y sensibilidad cada vez más colectivos". Es este el trasfondo siniestro de la meta final del comunismo hacia donde el Ecuador y el mundo van siendo empujados.

Se termina cosechando aquello que se siembra

El Levantamiento indígena de 1990.

     ¿Qué habría sucedido, o que sucedería en los tiempos actuales en el Ecuador, si los pastores (obispos, sacerdotes, misioneros, agentes de pastoral, etc., en vez de agitar hace cuatro décadas a los indígenas y campesinos, llevando tal agitación hacia la irrupción violenta del movimiento indígena, hubiesen seguido el magnífico ejemplo del gran santo y predicador San Luis María Grignion de Monfort, que por lo contrario, en lugar de predicar en favor de los postulados de la revolución anticristiana, animó a los pueblos que evangelizó, a luchar y a resistir decididamente contra ella? 

     El accionar de los adeptos de la Teología de la Liberación hace unas décadas causó en nuestro País trágicas devastaciones, con nefastos efectos religiosos, sociales, culturales, raciales y económicos, siendo sin duda la más afectada la clase indígena, a quien, debiendo la acción misional, por su propia índole, evangelizar, cristianizar y santificar, se dedicó por lo contrario a deformar, arrastrándola hacia las aberraciones de Marx.

     Que Nuestra Señora del Buen Suceso vele por la Nación ecuatoriana y la aparte de los múltiples y graves peligros de destrucción que la amenazan.  


    Artículo elaborado por este Blog en base a información extraída de las revistas: "Más allá de las invasiones indígenas, un mundo nuevo y sorprendente se anuncia, ¿Quienes lo impulsan? ¿Qué lo inspira"; "Más hechos sorprendentes, perspectivas amenazadoras y documentos desconcertantes ligados al Levantamiento indígena", y El V Centenario frente al Siglo XXI: Cristiandad auténtica o revolución comuno-tribalista, la gran alternativa de nuestra época".

0 Comentarios:

Publicar un comentario