Niños y teléfonos: los datos
Los niños se han vuelto singularmente dependientes de los teléfonos inteligentes en poco más de una década. Según un estudio del Centro de Investigación Pew Research de 2020, el 67 % de los niños menores de 11 años estuvieron expuestos a un teléfono inteligente o lo usaron con el conocimiento de sus padres.
La cifra de años anteriores fue aún más alarmante: un total del 62 % de los niños menores de cuatro años estuvieron expuestos al uso de teléfonos inteligentes, mientras que casi la mitad (49 %) de los niños menores de 2 años entraron en la misma categoría.
Debido a los confinamientos relacionados con el COVID-19 hubo un gran aumento en el uso de computadoras y teléfonos inteligentes. esto llevó a Pew Research a emprender un seguimiento con los mismos padres encuestados en 2020, y descubrió que el uso de teléfonos inteligentes y otros dispositivos digitales por parte de los niños había aumentado de manera predecible en 2021, con un 71 %. de los menores de 11 años expuestos o usando un teléfono inteligente, además, el 81% de los padres dijeron que sus hijos menores de 11 años usaban una tableta.
Pasar el tiempo conectados
Los niños más pequeños tampoco suelen usar el dispositivo de sus padres. Pew Research encontró que "el 37 % de los padres de un niño de 9 a 11 años mencionó que su hijo tiene su propio teléfono inteligente, en comparación con el 13 % de los de 5 a 8 años, el 5 % de los de 3 a 4 y el 3 % de los de dos años o menos".
Ley eterna y natural: el fundamento de la moral y la ley
Aún más sorprendente es la cantidad de tiempo que los niños pequeños pasan con estos dispositivos electrónicos. El impactante informe de 2019 del Instituto Nacional de Salud señaló que los niños de solo 12 meses tenían un promedio de 53 minutos de tiempo al día delante de la pantalla.
Con un uso tan intenso en los primeros años, los investigadores descubrieron que la tendencia continúa hasta la preadolescencia y años posteriores. En 2020, la Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y Adolescente publicó un informe que "reveló que los niños de entre 8 y 12 años en los EE. UU. pasaban entre 4 y 6 horas al día delante de las pantallas".
La principal fuente de recomendaciones de entretenimiento y tecnología para las familias, Common Sense Media, se hizo eco de esta estadística en 2019 al descubrir que los niños de ocho a doce años pasaban un promedio de casi 5 horas en las pantallas por día.
Este número salta alarmantemente a medida que aumenta la edad. La Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y Adolescente encontró que los adolescentes pasan hasta 9 horas diarias delante de la pantalla. Common Sense Media indicó que los adolescentes promedian casi siete horas y media por día, sin incluir el tiempo que pasan frente a la pantalla con fines escolares.
El uso del teléfono destruye la salud de los niños
Con el acceso instantáneo al internet, un teléfono inteligente ofrece fuentes casi infinitas de distracción y supuesta diversión. Por lo tanto, los niños ya no tienen que relacionarse con amigos o usar su imaginación para crear juegos y así ocupar su tiempo. Se pierden en un mundo virtual de ficción digital a través de sus teléfonos.
Este cambio de hábitos es el responsable del marcado descenso en el número de adolescentes que leen un libro físico con asiduidad. En la encuesta de 2019 de Common Sense, el 15 % de los adolescentes dijo que nunca lee libros, mientras que el 17 % dijo que lee solo una vez al mes.
Los efectos dañinos del uso de teléfonos inteligentes y pantallas van mucho más allá de un descenso en la lectura de libros. Los investigadores están descubriendo que el aumento del tiempo frente a una pantalla estimula el estrés al tiempo que disminuye la capacidad del cuerpo para producir melatonina, que es necesaria para dormir bien.
El tiempo prolongado de permanencia delante de las pantallas también está relacionado con problemas emocionales y de conducta en los niños, mientras que el tiempo que se pasa lejos de las interacciones humanas reales y la estimulación poco gratificante de las actividades en pantalla socava la formación que el niño necesita para progresar en la vida.
Un artículo de 2017 en la revista Child Development advirtió "de las las tecnologías digitales (inalámbricas) y sus implicaciones en la salud, en las enfermedades neurológicas, la adicción fisiológica, la cognición, la falta de sueño y los problemas de comportamiento, además del cáncer".
Child Magazine señaló cómo los niños se acostumbran al uso regular de teléfonos inteligentes al ver a los adultos volverse cada vez más adictos a ellos. También desarrollan malos hábitos cuando los padres les dan aparatos para entretenerse. Los autores del estudio destacaron los impactos en la salud poco informados y potencialmente catastróficos de este uso. Refiriéndose a un informe de 2008 presentado a la Organización Mundial de la Salud (OMS), señalaron que los niños que usan teléfonos enfrentan regularmente "interrupción de la memoria, disminución de la atención, disminución de las capacidades cognitivas y de aprendizaje, aumento de la irritabilidad, problemas para dormir, aumento de la sensibilidad al estrés y aumento de la preparación epiléptica".
El informe de 2008 advirtió que los riesgos posibles y más remotos en el futuro de estos niños incluían tumores cerebrales, tumores nerviosos (incluso antes de los 30 años), enfermedad de Alzheimer, depresión y síntomas tempranos de demencia. El informe advirtió sobre el daño al sistema nervioso del cerebro cuando los usuarios de teléfonos llegan a los cincuenta.
Teléfonos que socavan la sociedad tradicional
Con tales advertencias hechas en 2008 antes de la llegada del "sofisticado" iPhone, la perspectiva para los niños de hoy, que pasan hasta un tercio de cada día en la pantalla, no es particularmente esperanzadora.
Tales advertencias no son comúnmente difundidas. Muchos artículos mayormente se limitan a advertir del aumento del tiempo de uso de los teléfonos y a aconsejar a los padres limitar dicho uso. Sin embargo, mencionar los datos más impactantes, como los contenidos en el informe de 2008 se evita cuidadosamente.
El uso omnipresente de todo lo digital se suma a la confusión de los niños. En todas partes, las personas están en sus teléfonos, ya sea enviando mensajes mientras caminan distraídos por las calles, fotografiando religiosamente sus sándwiches antes de comerlos, usando un teléfono para guiarlos al próximo punto turístico, o empleando el estacionamiento de pago ya que muchos parquímetros ya no permiten el pago personalizado.
De hecho, el uso de los teléfonos inteligentes por parte de los niños es parte de un círculo vicioso que está revolucionando la sociedad. Con tanto tiempo delante de una pantalla, los niños están siendo entrenados para aceptar una vida digital donde la interacción humana es reemplazada por los píxeles. Están siendo formados para que nada les parezca anormal, en pasar más tiempo en las redes sociales viendo contenido de video sin sentido, en lugar de pasar tiempo realizando tareas reales o disfrutando de eventos físicos.
La revolución digital también está obligando a las personas a utilizar algún tipo de tecnología digital. Esta tendencia es visible en todos los ámbitos: ya sea con máquinas de autoservicio en las tiendas, el uso de códigos de contraseña digitales al intentar acceder a los servicios bancarios o incluso para comprar ciertos productos en línea.
La era COVID empeoró las cosas al acostumbrar a jóvenes y mayores a pasar aún más de su vida diaria a la pantalla. Para las familias, las reuniones “virtuales” reemplazaron las reuniones familiares. Para los católicos, la Misa “virtual” reemplazó la asistencia a las iglesias. Los niños vieron cómo sus aulas se convertían en una colección en línea de cabezas borrosas en una pantalla. Los trabajadores de oficina experimentaron aún más la vida detrás de una pantalla de lo que antes creían posible.
En todo ello, el avance radical de una sociedad digital se dirige principalmente a los niños. Si bien hace pocos años, solo los adolescentes parecían adictos a sus teléfonos, este apego se puede encontrar en menores de 13 años o incluso menores de 7 años.
Los niños están siendo sacrificados en el altar del llamado progreso social en una era cada vez más digital. Los sumos sacerdotes de este sacrificio no son solo las empresas tecnológicas, que gustosos recaudan cientos de miles de millones de dólares en ganancias cada año, sino también los padres, que lamentablemente prefieren exponer a sus hijos a los daños de Internet en lugar de comprometerse con una vida familiar más tradicional, y permiten la invasión de teléfonos inteligentes y tabletas en el hogar.
El apego a la tecnología debe frenarse rápida y firmemente para proteger a los niños de un daño mayor.
Notas:
- Artículo de Michael Haynes, publicado por tfp.org el 28 de diciembre de 2022. La foto y los trechos en negrito son de este blog
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